miércoles, 22 de febrero de 2012

Capítulo 79




Simón y Ángel se están besando en la cama. Se acarician. Simón se deja llevar por la pasión y desea desnudar a Ángel.
--¿qué hacés, Simón? –dice Ángel cortándolo.
Ángel tiene algo muy especial con Simón y no quiere estropearlo con sexo. No quiere cometer con Simón los mismos errores que ha cometido con Nicolás y Thiago. No desea que cambie la relación que tienen. Simón no quiere que Ángel piense que es un depravado. Se levanta sofocado mientras se arregla la ropa. Está sofocado.
--perdoname. No sé qué me pasó.
Ángel mira a Simón con timidez y también con miedo. No le apetece acostarse con él pero tampoco quiere que él lo vaya a dejar porque no le da lo que él necesita.
--Tranquilo, somos novios. Yo…
Simón no quiere que Ángel se sienta mal. Se agacha ya que Ángel sigue en la cama y lo besa para callarlo.
--Te amo. No necesito nada más que estar a su lado.
Ángel lo mira inseguro. Tiene claro que no se va a acostar con Simón pero no quiere perderlo por eso.
--¿seguro?
Simón se pone de rodillas en la cama. Muy sonriente. Acaricia a Ángel con cariño y sin perder la sonríe.
--seguro –le dice acariciándolo.
Ángel le sonríe tranquilo y Simón suspira enamorado. Simón nunca había sido tan feliz. Está seguro que Ángel es lo que siempre había buscado y no quiere echarlo a perder. Siente que se ha comportada como una bestia acostándose con tres desconocidos sólo por coraje. Está seguro que Ángel se decepcionaría de él si lo supiera. Es un secreto más que nunca va a desvelar, que no desea que Ángel sepa. Ángel extiende su mano.
--pues no te vayas, quedate a mi lado. Aquí abrazado a mi.
Simón sonríe con ternura y agarra la mano. Se queda al lado de Ángel. Hablando y besándose inocentemente. Simón se muestra sonriente para tratar de ocultar el fuego que lo consume. Un fuego que Simón trata de apagar. No quiere sentir el deseo que está sintiendo. Aunque sabe que Ángel no es virgen lo sigue viendo inocente y no quiere estropear las cosas por no poder controlar sus bajas pasiones. Simón quiere llevarse por el amor que le despierta Ángel pero es muy sexual y aunque espera que el amor que siente por Ángel sea suficiente tiene miedo que no lo sea. No quiere faltar de nuevo a Ángel. Se aferra a la inocencia que desprenden sus ojos para controlarse.

Jay está tumbado en su cama. Triste. Llora. Se siente humillado porque no puede acostarse con nadie porque piensa en Ángel y está frustrado porque Ángel no está con él. Golpea la cama con rabia.
--¡Está con él¡ ¡¡Está con él¡
Simón es su enemigo. Más que nunca lo odia. Oye la puerta. Simón entra cantando, está contento. Jay se levanta de la cama. Siente rabia de la felicidad de Simón porque sabe que esa felicidad se la está dando Ángel y no es algo que esté dispuesto a consentir. Jay no soporta que su hijo sea tan feliz mientras que él está amargado. Su único consuelo es que Simón sea tan infeliz como él. Jay mira a Simón con rencor. Simón no ha visto a su padre y tiene una sonrisa de felicidad en el rostro. Esa sonrisa lastima mucho a Jay porque sabe que es Ángel el que provoca esa sonrisa y los celos lo matan. A Simón se le congela la sonrisa. Está acostumbrado al odio de su padre pero nunca lo vio así.
--¿¡de donde venís?¿¡y porque estás tan contento?¡ --reclama Jay.
Jay nunca se ha preocupado de lo que hace Simón. El chico está asustado porque es mucho el rencor de su padre. Pensar en Ángel da una sombra de valentía a Simón que por primera vez se enfrenta a su padre.
--ya, papá ¿qué te pasa conmigo? ¿Es que no puedo ser feliz?
Jay está hecho una furia.
--¡a mi no me contestés de esta manera¡
Lo bofetea con dureza. Simón se aguanta el cachete que ha sido golpeado por su padre y llora de rabia. Le duele que su padre lo golpee sólo por ser feliz. Jay lo golpea en el otro cachete aún con más fuerza. Simón no se esperaba ese nuevo golpe. No entiende que le está pasando a su padre.
--¡Esto por llorar¡ ¡¡yo no quiero una hembra¡ ¡yo quiero un macho¡ ¡¡que no me entere que estás con ese niño¡ ¡¡no quiero un hijo maricón¡
Jay grita más que nunca. Está lleno de cólera. Son los celos y el despecho. Simón mira a su padre pero no es capaz de sostenerle la mirada porque está llena de odio y rencor. Simón se aparta para ir a su habitación pero Jay lo agarra del brazo. Lo trata con mucho rencor.
--¡dime una cosa –le escupe con rabia-- ¿te has acostado con Ángel? ¿has ensuciado a ese niño con tus perversiones?¡
Simón calla por miedo. Piensa que su padre está así porque sabe que es gay no porque se quiere acostar con su novio. Jay no soporta que Simón esté con Ángel.
--¡Ese niño no es como tú, si lo perviertes te mato¡
Simón mira a su padre sorprendido. Simón trata de entender porque su padre se pone de esa manera, porque parece que se puede acostar con cualquiera menos con Ángel. Aunque está muy asustado, Simón va a balbucear unas palabras pero Jay le da un puñetazo. Es un golpe fuerte que lo tiene hacia atrás. Casi lo tira. Simón se golpea la cabeza con el borde de la mesa. Simón grita. Se lleva la mano en la frente. Sangra. Está asustado.
--Me hiciste sangre ¿porqué me odias tanto?
Jay mira a Simón con desprecio:
--No es para tanto.
No es un gran golpea pero sangra bastante.
--¡no te quedes ahí quieto que lo estás manchando todo¡ ¡¡vete al doctor, dile que te caíste, no le digas a nadie la verdad¡
Simón se aguanta la herida con la remera para no llenarse de sangre. Mira a su padre dolido. Le duele que no lo acompañe, que no se preocupe por él. No sabe dónde ir. Va dónde Ángel.
--tu padre te hizo esto?¡ --Ángel asustado.
Ángel le hace pasar. Entran en el baño. Mientras Ángel le cura (la sangre ha sido escandalosa pero no ha sido grave) amorosamente le dice:
--ay que pararle los pies a tu padre.
--No te metas.
Después de curarle, Ángel acompaña a Simón hasta la habitación.
--tumbate un rato. Yo voy a buscarte algo.
Simón siente mucha paz en esa casa. Le gustaría poder quedarse para siempre. Ángel sale del departamento sigilosamente. Llama al de Jay que se sorprende al ver a chico. Ángel se le enfrenta.
--¡si vuelve a tocar a Simón lo denuncio¡
Todos le temen pero no Ángel. En esta ocasión es Jay el que agacha la mirada, el que no le puede sostener la mirada a Ángel. Nadie le había hablado así. Jay cierra la puerta, tiene a Ángel en su casa. Quisiera besarlo, obligarle a acostarse con él pero se lo queda mirando hechizado.