lunes, 7 de febrero de 2011

Capitulo 9






















Simón despierta con una sonrisa en los labios. Está desnudo. Ha hecho el amor con Thiago, ha vivido su primera. Está como en un sueño. Sabe que para su primo no ha sido tan importante como para él pero para simón ha sido especial que fuera precisamente Thiago quien le hiciera descubrir el sexo. El amor. Quiere pasar lo poco que les queda juntos con él, a solas en esa habitación. Está aún en la cama, medio dormido. No se ha repuesto del todo del momento tan trascendental que ha vivido esa noche. La cama de Thiago está vacía.
--¿Thiago?
Simón se levanta todo desnudo. Va hacia el baño.
--¿estás ahí?
La voz de Thiago lo hace estremecer. Llega de la calle. Mira por la ventana.
--¡no puede ser¡
Thiago está apunto de irse. Se despide de la abuela de Simón.
--¿ya te despediste de tu primo? –le pregunta doña Esperanza.
--claro.
Thiago está abrazando a la abuela. Un taxi se está acercando. A Simón le duele mucho ver que su primo iba a irse sin despedirse de él:
--¿¿cómo me va a hacer esto después de lo que pasó anoche?¿tan poco significó para él nuestra primera vez?
Simón se pone los bóxers. Baja corriendo. Thiago está ya subiendo al taxi.
--¡Thiago¡
Thiago frunce el ceño. No le hubiera gustado que su primo lo viera. Sabe que es muy sentimental y tiene miedo de que haga algo que lo pueda delatar. Thiago se gira nervioso. Se le desencaja al rostro al ver que su primo está en la calle casi desnudo, en calzoncillos. Sin zapatos. Esperanza lo regaña.
--¡Simoncito, cómo sales así¡
Esperanza no lo deja salir a la calle. Simón mira a Thiago con ojos llorosos. Le suplica con la mirada que no se vaya sin decirle nada. Thiago se acerca a él:
--¿qué pasa, primo?
Thiago se comporta como si no pasara nada.
--¿se te olvidó decirme algo?
A Simón le duele la frialdad de su primo.
--¿se puede saber qué te pasa, Simoncito? –dice Esperanza.
Thiago se dirige a la anciana, no quiere que Simón diga nada.
--espera un momento, me parece que Simón me debe querer decir algo.
Esperanza entonces se acerca al taxi para que no se vaya. Simón abraza a Thiago llorando.
--Sé prudente… --le susurra Thiago.
Simón habla con mucha tristeza:
--¿te ibas sin despedirte de mí?
Cómo están de espaldas a la anciana, Thiago le guiña el ojo:
--ya nos despedimos anoche.
--No me dijiste que te ibas tan temprano.
--Así es lo mejor.
--¿no nos volveremos a ver?
--ya hablamos de eso muchas veces…
--¡pero es que podemos estar en contacto ni que sea por mail¡
--No.
--Por favor... --le suplica.
-- No creo que quieras que tu abuela se entere de lo nuestro, tu padre. No hay que arriesgarse más.
Thiago se aparta de Simón, se mete en el taxi. Está seguro que Simón le tiene demasiado miedo a su padre como para decir nada. Simón se queda semidesnudo en la puerta viendo llorando como se va su primo. Doña Esperanza lo va arrastrando hacia la puerta.
--sí que eres sensible, Simoncito…
Simón se traga las lágrimas:
--Lo que pasa es que papá no me deja salir, casi siempre estoy solo. Lo echaré de menos.
--bueno, pues otro año lo invitamos a que vuelva…
Simón sonríe emocionado. Aferrarse a esa esperanza es lo único que hace que no le duela tanto separarse de Thiago. Le duele demasiado pensar que nunca más se volverán a ver. Thiago le ha hecho vivir los momentos más felices de su vida, está seguro que nunca lo olvidará.







Con la llegada del final de las vacaciones semanas después, Simón se despide de su abuela. Llega a su casa. Aunque su padre lo desprecia y Simón lo teme, pero es su padre y tiene la esperanza que cambie. Llega solo a la casa, Jay está sentado en el sofá.
--¡papá, ya llegué¡
Hace tiempo que no se ven, Simón quisiera que Jay le dijera que lo echó de menos, que lo quiera. Jay actúa como si se acabaran de ver.
--sí, ya me di cuenta.
Jay se levanta. No mira a su hijo y de repente le da un bofetón que casi le hace girar la cabeza. Simón se lleva la mano en los cachetes llorosos. Eso enfurece más a Jay que lo golpea en el otro lado.
--¡los machos no lloran¡
Simón está muy triste. No puede dejar de llorar. Jay zarandea a su hijo:
--¡Eres un macho, no una nenaza¡ ¡¡no llores o te mato¡
--¿¿porqué me pegas? –Simón dolido.
--¡ya sabes porque¡ ¡¿¡crees que no iba a encontrar la basura que tenías escondida en el colchón¡ ¡¡encima sos un tarado¡ ¡no servís ni para esconder tus cosas¡
Jay es muy agresivo, muy despreciativo. Simón se acuerda de Thiago. Lo niega, Jay no cree en él.
--¡vete a tu habitación o te voy a matar a palos¡
Simón se encierra en su habitación. Ha caído del cielo al infierno. Le duele pensar en Thiago. Le gustaría que le hubiera dejado un mail. Un celular. Agarra el suyo, mira las fotos que se hicieron, que las tiene en su celular. Ha sido tan feliz que ahora que de nuevo vuelve a estar solo se siente peor. Agarra su guitarra. Sólo la música alivia su angustia.


Meses después… De nuevo acaba un curso y Simón, con 18 años, vuelve al pueblo con su abuela que lo recibe con todo el amor del mundo. Después de no sentirse querido por su padre estar con su abuela es un bálsamo, una caricia para su alma. Siempre se ha sentido bien en ese lugar, mejor que en su casa. Son las únicas veces que tiene cariño. Ahora además está Thiago. Está deseando volver a verlo, volver a sentir emociones que sólo él le ha hecho sentir.
--¿Thiago llegó?
--No, no sé nada de él.
--¿y porqué no quieres darme el teléfono de su casa?
Esperanza mira a su nieto seria:
--tengo algo de lo que preocuparme?
--claro que no… --dice Simón nervioso.
--Sabes como es tu padre.
--no tenés que decírmelo.
Esperanza mira a Simón con cariño:
--¿querés que lo llame?¿que lo invitemos algunos días?
Simón hace que sí con la cabeza. Está muy ilusionado. Esperanza le acaricia la cabeza a su nieto muy maternal. Tiene miedo que el pasado se vuelva a repetir, que Simón sufra todo lo que sufrió su padre pero quiere demasiado a su nieto y le gusta verle contento. Confía en que no pase nada con Thiago, que sólo sean primos. Prefiere pensar que así es.

Jay está caminando por un parque. Espera a su cita del día. Mira al reloj. Se retrasa.
--¡pero este que se ha creído que es¡ ¡¡nadie me hace esperar¡
De repente sus ojos se le van detrás de un joven guapísimo. A Jay se le para la respiración. Nunca había visto a un chico tan guapo. Lleva unos pantalones azul añil que le hacen un culo espectacular. Se le ve el culo lleno de arrugas. El culo llena el pantalón de anchura (no se le ve caídos) pero no de volumen. Se le ve las dos nalgas bien diferenciadas. Jay está cachondísimo. Ya ha olvidado su cita. Le encanta cuando el chico camina, mete el culo para adentro. El pantalón metido en la raja. Cerca hay un lavabo público. Jay está caliente:
--¡como vaya no lo dejo escapar¡
El chico es muy guapo y a Jay le encanta:
--¡Este rubio y yo nos vamos a divertir mucho pero mucho¡
Va con un grupo de amigos. Lo ve hablar, reír. Poner cara de travieso y Jay cada vez se va calentando más. Se sientan en un banco, él se queda al lado. Se agacha, culo en pompa. Cada vez Jay tiene más ganas de acostarse con él. Jay se ha sentado en un banco, un poco más allá. El rubio se empieza a dar cuenta de las miradas de Jay y eso le incomoda. Pasa como una hora, el rubio sigue hay delante y Jay en el banco. No ha llegado su cita y eso sería fatal para el chico en concreto pero ahora Jay está entretenido. Sólo piensa en ese culo que le enloquece y romperlo con su verga. Disfrutarlo. Y el rubiazo va al lavabo. Jay con él. Se estremece de placer al ver al chico en el urinario. El chico se pone nervioso y más cuando Jay se coloca a su lado pese a que hay varios libres. Jay está acostumbrado a tener lo que quiere y ese guapo no va a ser la excepción. Al rubio no le gusta la mirada de Jay. Se guarda su herramienta y se dispone a encerrarse en un wáter. Jay le agarra del brazo. Está sediento.
--No te vayas, te pagaré lo que quieras.
Los ojos libidinosos de Jay asquean al rubio.
--¡yo no me vendo¡
El rechazo del chico enloquece a Jay, el rubio se va deprisa. Jay sale tras él. Lo ve abrazando a una chica. Jay lo mira con dureza:
--va a ser mio ¡espero por su bien que ni se atreva a decirme que no¡

*(colaboración especial del guapísimo Rubén Muñoz como el rubiazo)



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