jueves, 1 de diciembre de 2011

Capitulo 51


Simón regresa a su pueblo. Ha tratado de contactar con Ignacio pero el celular del chico está apagado. Simón se encierra en la casa de su abuela. A la anciana le duele no ver al chico feliz. Tenía la ilusión que el viaje le hiciera bien, le duele verlo casi siempre triste pero no dice nada. Se dedica a quererlo y Simón agradece el cariño de la mujer.






Se da una buena ducha fría. Trata de entender a Ignacio, de pensar qué tal vez de nuevo algo los ha separado.
--a lo mejor ha perdido el celular y por eso no podemos hablar.
Ignacio no es especialmente guapo pero es muy simpático y tiene un gordo culo y buena verga. Era un buen candidato a amigo sexual. Simón, bajo el agua, se pone a llorar. Le cuesta creer que una vez más Ignacio se divirtió con él y una vez más lo tiró.
--¡hasta la próxima vez que necesite un polvo y me invente algo nuevo¡ --dice con rabia.
Le quisiera dar el beneficio de la duda pero son demasiados plantones, demasiadas excusas.
--¡por algo no me dio el teléfono de su casa¡ Él sí tiene el de mi casa así que si no me busca es porque no quiere.
El agua lo relaja. Cierra el grifo. Entra en el cuarto secándose con la toalla. Se sienta desnudo en la cama y toca la guitarra. Eso lo anima, no quiere amargarse. Ha vivido un momento muy bonito junto a un chico, ha sido muy breve pero tan parecido a lo que estaba buscando. Se quiere quedar con lo bonito y no quiere pensar en Ignacio, en que lo defraudó una vez más. No quiere volver a pensar en Ignacio. Le mandará un mail en cuanto pueda ir a la biblioteca y si no recibe respuesta no volver a pensar en él.


Simón no vuelve con Aguirre. Esas horas que ha vivido con Ignacio, esa visita a las cataratas se le ha quedado grabado en la piel. No está enamorado pero se acerca mucho al amor lo que ha sentido y no quiere que otro hombre borre esas huellas aunque Ignacio, aparentemente, se haya vuelto a burlar de él. Ignacio se veía tan sincero, tan interesado en él que Simón no puede creer que todo fuera mentira pero ¿qué pensar si faltó a su cita y no se puede poner en contacto con él?

Simón vuelve a la ciudad. Pone ese mail y la respuesta no llega. A Simón le duele porque quería que Ignacio fuera su amigo y éste le ha defraudado. Se centra en sus estudios, en la música para no volver a pensar en el sexo ni en el amor que tantos sin sabores le ha proporcionado. Alegrías también pero pocas. Así llega el final de un nuevo trimestre que Simón logra pasar. Se acerca el momento de ir al pueblo nuevamente. Hace tiempo que no tiene sexo y acostarse con Aguirre es ya una rutina. Es un amigo y se la pasa bien sexualmente. Es el único hombre que no le ha defraudado. Le hace compañía y le da placer. No quería que otro hombre lo tocara, que borrara el bonito momento que vivió que ha vivido con Ignacio pero ya no quiere recordarlo, ahora desea que otro hombre borre las huellas de Ignacio de su cuerpo. No quiere que sea Ignacio el último chico con el que se ha acostado.






Justo la tarde antes de su marcha al pueblo yendo hacia la biblioteca, Simón se encuentra con Ignacio que está solo en la terraza de un bar tomando algo tranquilamente. Todo igual al día que se vieron en Canadá. Simón se queda delante, lo mira con rabia. No sabe si debe pasar de él o insultarlo ahora que ve tan claro que Ignacio sólo se quiere acostarse con él y que es capaz de inventarse una y mil excusas. Ignacio siente la mirada de Simón. Lo mira con curiosidad. Se siente nervioso por la dureza y la intensidad en la que lo mira Simón pero trata de ser amable.
--hola, ¿nos conocemos?
Simón no da crédito a lo que oye. Esta es la peor puñalada que le podía pegar Ignacio. Definitivamente Simón no quiere nada con él. No está dispuesto a escucharlo, a que vuelva con una de sus supuestas mentiras y lo vuelva a engañar.
--¡Sos un boludo y espero no verte más, Ignacio¡
A Ignacio le sorprenden mucho esas palabras. Se lo queda mirando como si no lo conociera y eso es algo que ofende muchísimo a Simón que se va enojado sin darle tiempo a Ignacio a preguntarle nada.
--¡oye, espera¡
Ignacio se muestra desesperado. Trata de seguirlo pero Simón va muy rápido y el espacio entre mesa y mesa es muy estrecho. Ignacio no puede salir porque va en silla de ruedas. Lo tienen que ayudar y aunque lo busca ya no lo encuentra. Ignacio se queda muy intrigado.
--¿quién será ese chico tan guapo? –se pregunta.
Se sorprende al sentirse excitado, al darse cuenta que le ha gustado el culo de ese chico.
--¿es que soy gay? –se pregunta intrigado.
Ignacio en realidad no está solo. Sale León, se sube la cremallera. Estaba en el lavabo. Se preocupa por su primo al ver que se ha movido de su sitio. Se acerca a él.
--¿porqué te has salido? Te podías haber caído.
--No hace falta que me protejas tanto.
--pero no debiste moverte.
--es que me pasó algo muy raro.
León es el que empuja la silla. Ignacio le va contando.
--Es que recién un chico me insultó. Se veía enojado.
--te confundiría.
--me llamó Ignacio, no sé si le haría algo.
--¿y no le dijiste que tuviste un accidente y que perdiste la memoria? ¿no te dijo nada de la silla?
--No, yo creo que no se fijó que no puedo caminar y a mí no me dio tiempo a decirle nada.
--Yo he ido avisando a todos tus amigos si no lo sabe es porque no es nadie importante.
Hay algo más que le preocupa a Ignacio.
--¿soy gay?
León no quiere que su primo recuerde que se la han chupado. Es algo que le da mucha vergüenza y que quiere olvidar.
--¿qué tontería es esta? ¿porqué ibas a serlo?
--No sé. ¿tenía novia?
--No, pero eso no quiere decir que seas gay.
León cambia de tema.
--tenemos que volver, mi mamá debe estar preocupada.
--Si, no nos quería dejar salir.
--Es que como se hizo responsable de ti pues no le quiere fallar a tu papá.
León le va hablando de cualquier cosa para distraerlo pero Ignacio se ha quedado muy preocupado al ver a Simón. Es muy guapo y está seguro que fue alguien importante en su vida.
--¿y tú sabes cual debe ser la clave de mi mail?¿y mi celular?
--ya te dijimos que no y tu celular pues el tío lo tiraría ya que no sabemos tu pin o en todo caso sigue en Canadá. No te sirve de nada.
Ignacio no deja de pensar en Simón, le gustaría saber quien es ese guapo y qué representa en su vida.


Simón no quiere llorar aunque tiene ganas. Está pensando lo peor de Ignacio y no quiere volver a saber de él. No es un chico violento pero cree que Ignacio ha llevado demasiado lejos su engaño, que se ha burlado demasiado de él.
--¡¿cómo se ha atrevido a hacer como si no me conociera?¡ La próxima vez que lo vea le voy a partir la cara a ver si me conoce o no.

Simón llega al día siguiente a su pueblo. Está muy triste, rabioso y con más ganas que nunca de acostarse con cualquiera. Da un fuerte abrazo a su abuela y va a buscar al carnicero que le da lo que busca sorprendido que el muchacho vuelva a él una y otra vez. No entiende como un chico tan guapo y joven no tenga nada mejor que hacer que acostarse con él pero para Aguirre es bueno porque nunca tuvo una oferta sexual mejor. Simón se ha mostrado ansioso, agresivo. Están los dos desnudos tumbados en una pequeña cama que el carnicero tiene en la trastienda. Simón apoya su cabeza en el velludo torso de él. Aguirre no es cariñoso pero se preocupa por él.
--¿porqué tan triste? Antes estabas tan ansioso, parece que hacía meses que no chingabas.
Simón se levanta desnudo. Es tan guapo, Aguirre lo observa con deseo. Se empieza a vestir.
--así es.
Aguirre babea por él.
--¿y eso? ¿en qué piensan los chicos de tu edad? Porque yo no quiero nada serio, lo sabes ¿no?
Simón está triste.
--sí, lo sé. Yo tampoco –dice abrochándose los jeans.