viernes, 2 de septiembre de 2011

Capitulo 39





Simón se siente solo. Necesita un amigo, un amor. Aunque Nicolás le parece demasiado feo sí le gustaría hablar con él. Las palabras de Ramiro lo lastimaron mucho pero no le importaría volver a acostarse con Nicolás siempre y cuando fueran amigos. Lo busca con la mirada cada vez que va a la biblioteca. Está frustrado. Ni siquiera alguien como Nicolás ha querido tener algo más con él que un simple polvo (almenos eso el lo que piensa el guapo Simón) Una vez más a Simón lo han hecho sentir un objeto sexual y se recrimina así mismo que caiga una una y otro vez en el juego de acostarse con desconocidos que luego lo rechazan pero es algo que no puede evitar porque le encanta el sexo.

León es el único que le alegra sus días. Lo ve casi a diario en la escuela y es algo que le gusta mucho. Se encuentran en la entrada. Llegan varios a la vez y tienen que esperar un momento porque se hace un atasco en la puerta y no pueden entrar. Simón está detrás de León. Si estira el brazo le toca todo ese culazo que tan cachondo le pone. León se impacienta. Mueve una pierna, se echa un poco para atrás. Está a milímetros de Simón que ni respira, está nervioso. Simón tiene su mano casi pegada al culo de León, tiene que hacer un esfuerzo para no tocarlo.
--¡podría parecer un accidente, no me podría decir nada¡ --se dice para sí sofocado.
Simón se sujeta la mano para no tener esa tentación. Le gusta el chico pero además le cae bien y no quiere hacer algo que lo moleste. León ya se ha recuperado de sus heridas de las que Simón jamás sospecharía las causas y a León le da demasiado vergüenza como para hablarlo con alguien. Ya van entrando. León se queda en el vestíbulo y Simón cerca de él porque le gusta mucho el adolescente. Éste mira de reojo a Simón. Se siente observado por él y no le gusta. Además se da cuenta del enorme parecido con Jay y eso le asusta. Simón nota cierta hostilidad de León hacia él. Es algo que le sorprende (porqué cree que es porque sabe que le gusta y Simón siempre ha procurado ser discreto) y también le entristece porque le gusta mucho el chico. Se acaba yendo a su aula para no molestar al chico que parece (y de hecho así es) que le incomoda la cercanía de Simón.
--espero que no se dé cuenta que me gusta –dice Simón para sí.
A sus 19 años no quiere que nadie se dé cuenta que se siente atraído por un adolescente que aún no ha cumplido los 15.
--¡va pensando que soy un pervertido y con razón¡ --va diciendo para sí.-- Además que a León le gustan las chicas así que lo mejor es que me lo saque de la cabeza.
Pero León es un chico muy guapo, tiene muy buen cuerpo y simón no puede dejar de mirarlo.


A media mañana, Simón va al lavabo. Justo en la puerta se encuentra con León que está saliendo en ese momento. Simón se muere de la rabia porque estaba deseando encontrárselo de nuevo en el lavabo.
--¡Mierda, que faena¡ --dice mientras se lo queda mirando.
León está apagando la luz y casi se chocan en la puerta mientras Simón entra y León sale. Simón se pone muy nervioso y lo saluda aunque flojito porque está muy excitado. León lo mira y no le dice nada. A Simón le hubiera gustado que se mostrara amable con él pero parece que le huya.
--¡qué rabia que no haya llegado ni que sea unos segundos antes¡ --va pensando Simón.
Simón lo mira irse frustrado, le ha gustado casi chocarse con él.
--almenos nos podíamos haber chocado.
Le hubiera encantado tocarlo pero le ha excitado tenerlo cerca. Guarda muy bueno recuerdos de aquel único encuentro en el lavabo. León fue muy amable (ahora ha sido antipático)Simón que ya comprobó lo bien dotado que está el adolescente empieza a hacer pis frustrado y a la vez excitado pero sabe que no debe sentir nada por él pero le encanta.


Esa misma tarde, Simón pasa un rato por la biblioteca. Tiene que preparar sus exámenes para ingresar en la universidad pero no se puede concentrar. Los chicos son su ilusión y su perdición. Le gustaría poder vivir sin ellos porque siempre lo acaban hiriendo pero a la vez el encanta que le gusten tanto porque lo llenan de vida. Simón está sentado en su ordenador. al tocar el teclado se da cuenta que alguien se ha dejado el carné que da derecho a la entrada al centro y a disfrutar de sus servicios. Lleva su foto y su nombre: Ramiro García Ordóñez. Nunca se han presentado. a Simón le parecían que se llamaba Ramiro pero no estaba seguro del todo, porque no lo había confirmado. Le duele saberlo cuando todo ha acabado entre ellos de hecho antes de empezar. Simón suspira. ha vivido buenos momentos con él pero no lo suficiente aunque le ha dejado muy mal sabor de boca lo hiriente que fue la última vez que se encontraron. Hubiera preferido no tener que volver a verlo. Se levanta para ir al mostrador al dejar la tarjeta. Sería una buena excusa para hablar con él pero no sabría como mirarlo a los ojos. Es algo que le daría mucha vergüenza. Ramiro llega en ese momento, está en el mostrador. Discute con la chica de la entrada porque no la deja entrar ya que no tiene la tarjeta.
--¡acabo de entrar, la debo haber dejado aquí¡
--nadie la ha devuelto.
--¡puedo entrar a buscarla¡
Pero no le dejan entrar y eso es algo que enoja a Ramiro. Simón se le acerca algo cortado y es que el chico le gusta mucho pero le da vergüenza acercarse a él por lo que pasó la otra vez. Casi no le sale la voz. Está ruborizado, las palabras le salen atropelladamente.
--perdoná, es que me he encontrado esto en mi sitio.
Ramiro se pone muy contento al ver su tarjeta, casi parece que le haya salvado la vida. Y es que a Ramiro le gusta mucho Simón y sabe que no se ha portado bien con él. Le alegra que Simón no sea vengativo. Podría no haber devuelto la tarjeta y se habría quedado unos días sin poder entrar en la biblioteca y además le hubieran puesto una multa.
--pues te lo agradezco, macho --dice tocándole el hombre.
No le dice nada más pero Simón se queda muy contento, revolucionado. Simón le gusta mucho y le encanta que lo haya tratado bien. Eso le hace olvidar lo que pasó la otra vez. Ramiro va directo al lavabo y Simón tras él. Está nervioso porque no sabe como pueda reaccionar. Llega justo a tiempo para ver como se la saca y no la pierde de vista ni un segundo. Le encanta lo que ve. Ramiro está muy separado, más de lo que acostumbra. Simón no sabe si es que pasa de todo o quiere algo con él. Simón tiene que hacer un esfuerzo para no violarlo. Ramiro no sabe si Simón es un degenerado o un pobre diablo. Le gusta mucho y no quiere perder la ocasión de volver a acostarse con él. Ramiro no se la saca completamente pero a simón esa verga lo tiene hechizado.. a Ramiro le gusta Simón y ya le da igual si el otro se da cuenta. Mientras se la guarda le dice a simón:
--creo que tú y yo deberíamos hablar pero no aquí. Me trae malos recuerdos.
Simón está embriagado de deseo. Apenas le sale la voz y cuando habla está tan nervioso que cuesta que se le entienda.

Llegan a un pequeño estudio-apartamento cercano. Simón apenas ha hablado.
--¿vives aquí? --balbucea simón.
--No.
Simón está nervioso y excitado. No se atreve a tocar a Ramiro. Se quedan los dos en silencio. Mirándose. Finalmente Ramiro, seductor, dice:
--¿querés hablar o divertirte?
Simón, al borde de un infarto, le dice:
--las dos cosas.
Ramiro va a la nevera y agarra dos latas de cerveza. Le da una a simón,.
--a ver si así te relajas porque sino no vamos a poder hablar.
Simon se ruboriza. Ramiro le acaricia la mejilla. es cariñoso con él. Simón cree que vive un sueño.
--Yo no te puedo ofrecer lo que quieres, estoy casado. No voy en serio.
Esto es una decepción para Simón pero igual no pierde la sonrisa. Ramiro quiere que se convierta en su amante sin ofrecerle nada. simón se muestra tímido.
--yo me conformo con ser tu amigo.
--¿sólo amigos? --pícaro.
-sabés a que me refiero --sofocado.
--yo te puedo dar lo que querás sin compromiso pero no quiero que tú le hablas a nadie de esto ni que tú estés con otro. Debes serme fiel.
Simón está contento porque Ramiro le está ofreciendo lo que más se le parece a una relación que ha tenido.