miércoles, 18 de mayo de 2011

Capitulo 23





Simón está hablando con su abuela.
--¿y entonces vienes como siempre?
Simón ya ha acabado las clases y su padre no quiere que esté todo el día en la casa. Tampoco quiere que esté todo el día en la biblioteca.
--bueno no sé. Es que tengo que hacer un trabajo.
--¿te sientes bien? Parece que no quieras venir.
--¡¡no, ¿cómo vas a decir eso, yaya?¡
Simón adora a su abuela. Ella es la única que le hace sentir querido.
--¡¡claro que quiero venir¡ --le dice.
Piensa en el chico al que se la chupó. No sabe cómo se llama, ni siquiera le ha escuchado su voz pero ya le ha saboreado la verga. Conoce su sabor más íntimo.
--¿¿quién debe ser él?¿cómo se llama?
El chico le gusta mucho, no le gustaría irse sin aclarar las cosas con él.
--aunque es una buena oportunidad –dice para sí—para olvidarlo.
--Como siempre llego mañana en la noche.
Así tiene la oportunidad de ir por la mañana en la biblioteca. Confía en verlo, en poder hablar con él. También ir a su pueblo trae alguno bueno.
--¿y estará Thiago? –va pensando.
Siente que el corazón se le va a salir por la garganta. Quiero olvidarlo pero siente algo muy especial para él. Le gustaría preguntarle a la abuela por él pero no se atreve. Se despiden, el cariño de su abuela le hace olvidar.
--¡¡Ella es la única que me quiere, tengo que olvidar esas pavadas¡
Pero los chicos le gustan demasiado. No quiere ir de unos brazos a otros, que lo usen y lo tiren pero le encantan y le apetece una relación estable. Se tumba en la cama.
--¡Debo olvidarlo, él sólo quiere sexo¡
Y eso le duele porque Thiago le gusta muchísimo. Vivió un sueño con él pero le molesta mucho la última vez en que lo vieron, que se acostó con él y luego lo dejó. Agarra su guitarra, la música lo calma.

Amanece un nuevo día, Simón va a la biblioteca.
--¡¡tiene que venir¡ ¡¡tiene que venir¡
Está en su ordenador, más pendiente de la puerta que de la pantalla. Y llega él. A Simón le gusta mucho verlo, le gusta habérsela mamada.
--¡qué guapo es¡ --piensa.
Está sin afeitar. Se nota nervioso. No le gusta ver a Simón y menos que le toque tan cerca
--¡mierda… ¡¡Tranquilo, Jero¡ ¡¡no lo mires, no pienses en ese tío¡ --dice para sí—Este busca un novio con el que salir a pasear y me puede meter en un lío¡
Al chico no le hace mucha gracia que le toca al lado de Simón.
--espero que se haya calmado con la mamada que le dejé que me hiciera y no me vuelva a mirar a la cara –va pensando.
Jerónimo no quiero que se sepa que es gay, lo único que le apetece es descargarse. Ya lo hizo y no quiere volver a ver a Simón. No le gusta la manera en la que simón lo mira. Simón está muy excitado, le gusta tenerlo cerca. Se sorprende al ver que se levanta.
--¿y a este que le pasa? –piensa.
Además lo ve serio, como enfadado. Resulta que Jerónimo se ha equivocado de ordenador y le toca justo al lado de Simón. Los dos están muy nerviosos pero por motivos diferentes. Jerónimo quiere olvidar lo que pasó con Simón y a Simón le encanta estar a su lado. Le gustaría tener algo con él.
--¡qué culito tiene¡ --dice para sí.
Lleva jeans nuevo. A Simón le ha gustado mucho verlo de pie. Está muy pendiente de él.
--¿y si le hablo? Se la he chupado, cómo mínimo puedo decirle algo –se dice Simón para sí.
Pero Simón se da cuenta que el chico está nervioso.
--¿será por mi?
A Simón le duele pensar que Jerónimo ya tuvo lo que quería de ir ahora lo ignora.
--¡es que todos¡
Y eso le duele. Jerónimo se va y a Simón le duele no haber tenido la oportunidad de hablar con él.

--papá ¿ya me voy? –dice Simón con su maleta.
Jay está sentado en el sofá. Mira su maleta. Ignora a su hijo. A Simón le duele que su padre no quiera despedirse de él.
--me acompañás a la estación?
Sin mirar a su hijo y frío, Jay dice:
--¡tomá un taxi, tenés dinero¡
Rechazado por su padre y por Jerónimo, Simón va a su pueblo más triste que nunca.


Simón toma el tren. De camino se queda dormido. Sueña con Juan, el amigo de Ramiro. Están haciendo pis los dos juntos. Simón le mira la verga. Es muy larga y gorda. La de Ramiro es grande pero la de Juan es casi el doble. Se le ve blandita. Simón se la mira de reojo.
--si me la quieres ver no tienes que hacerlo a escondidas, yo te la enseño…
Simón se pone cachondo.
--Vale.
Juan se aparta, se la muestra. Se le ve perfectamente.
--pero me la tienes que comer.
Simón se arrodilla. Se la chupa pese a que no están solos. Simón se despierta sofocado. Se frota bien los ojos. Ve a Juan sentado casi a su lado, los separa el pasillo.
--¿y este que hace aquí? –dice para sí.
Simón no sabe bien si está durmiendo o despertó. El sueño con Juan le ha puesto cachondo. No ha entendido porque tiene que soñar precisamente con el amigo de Ramiro pero lo que menos esperaba es encontrarse con Juan en el mismo tren que él. Nunca se había fijado en él pero es muy guapo. Fuerte, rubio. Guapo. Juan se levanta. A Simón le gusta el culo del chico. Es pequeñito pero bien formado.
--¡está muy bueno¡ --dice para sí.
Simón no quiere pensar en él.
--¡es el amigo de Ramiro¡ ¡¡después de lo mal que se portó conmigo no puedo pensar en él¡ --dice para sí.
No sabe si porque le gusta o por el sueño que ha tenido pero Juan está muy bueno. Le mira el paquete. No marca paquete.
--No la debe tener muy grande --dice Simón flojito.
Juan se pierde por los vagones. Siente la mirada de Simón.
--¿y este porqué me mira? --dice Juan flojito.
Reconoce a Simón. Siempre ha sospechado que Ramiro tenía algo con él.
--¡Es una buena manera de descubrirlo¡
Quiere ver qué piensa Simón de él. Parece que le gusta pero quiere comprobarlo. Cuando vuelve al asiento en vez de sentarse se queda de pie. Mirándose por la ventanilla. Se ve su reflejo como si fuera un espejo. Hace cómo si se arregle la ropa. Sonríe pícaro al ver que Simón no le saca los ojos de encima. No se ha fijado en él pero le gusta. Está muy bueno. Simón se pone nervioso al ver que Juan se acerca a él. Juan sonríe.
--hola soy Juan, ¿me recuerdas? ¡qué casualidad encontrarnos aquí¡
Juan extiende su mano. Simón se la encaja. Está temblando. Juan es guapísimo y le encanta tenerlo cerca. Estar tocándolo.