miércoles, 4 de mayo de 2011

Capitulo 21













El guapo desnudo se acerca a la ventana. Es almenos diez años mayor que Simón y muy guapo. A Simón le gusta mucho verlo desnudo. Y además tan cerca, casi podría tocarlo. El guapo desnudo le dice:
--no me importa que me mires, pero ¿porqué no entras?
Simón está muy excitado. Le gusta mucho lo que ve pero no deja de ser un desconocido y eso de meterse en la casa de un extraño pues mucha gracia no le hace. El guapo extiende su mano:
--¿entras?
Le sonríe y a Simón le encanta. Se derrite. Agarra la mano el hombre y salta hacia el interior de la viviendo. Roza al hombre y se estremece. Le gusta mucho. El hombre guapo desnudo echa las cortinas para que nadie más puede observarlos. Simón se muestra tímido. No está acostumbrado a este tipo de situaciones. Se queda en la ventana. No se atreve a moverse. El guapo va caminando. Parece más acostumbrado a este tipo de situación. A Simón le gusta mucho el hombre, le gusta verlo en movimiento. Ver como se le mueven los genitales, verle el trasero.
--¡voy a darme una ducha, si quieres agarra una cerveza que hay en la nevera¡ --dice señalando la cocina.
Simón no se mueve de su sitio.
--gracias, no tomo.
Simón no se mueve de la ventana. El hombre guapo desnudo va a meterse por el pasillo. Se gira para mirar a Simón. Le guiña el ojo, Simón se sofoca.
--¿te vas a quedar ahí o vas a venir conmigo?
Simón está algo cortado, pero también cachondo.
--¿puedo?
El guapo, muy seductor, dice:
--No sólo puedes, debes o te parece correcto que estés vestido mientras yo estoy en bolas.
Simón no se lo piensa y se saca los zapatos. La camiseta, los pantalones. Se queda en bóxers. El hombre guapo desnudo está ya en la ducha. Simón se le acerca algo tímido, en calzoncillos y con las manos tapándose el paquete. Le gusta ver al guapo enjabonándose.
--¿no te los vas a bajar? Dejame verte –dice el hombre.
Simón cierra los ojos. Pese a que es guapísimo no se siente muy seguro de su cuerpo y menos hacia ese hombre, tan hombre. Se baja los bóxers. No abre los ojos hasta que siente el deseo del guapo. Los dos se miran, fijamente. Están impresionados. Se gustan mucho.
--¡Eres guapísimo¡ --le dice El hombre guapo desnudo.
Simón sonríe algo tímido:
--¿en serio?
A Simón le alaga, le gusta que el hombre le diga esas cosas. El guapo le hace gestos para que Simón se acerca. Entra en la bañera. Se lo queda mirando, está muy excitado. El hombre guapo desnudo acaricia el velludo torso del chico. Simón tiembla de deseo. Se deja caer en sus brazos. Se besan ardientemente. A continuación es el hombre el que se arrodilla y empieza a acariciar, a masturbar a simoncito hasta que se convierte en un grande, gordo y vigoroso miembro viril que traga y chupa con mucho placer. Le saca la leche a Simón, mucha leche que se pierde por el desagüe. Simón está feliz, le gusta mucho que el guapo se la haya mamado. El guapo se levanta. Tiene su verga muy gorda, apuntando a Simón. Simón no necesita que le digan nada, se arrodilla. Chupa y traga. Es una delicia para él tener esa gorda verga en su boca. La disfruta mucho. No piensa en nada más. Le gusta mucho ese bello momento que está viviendo. Se la chupa bien en profundidad. Traga de arriba abajo. Se la come entera. El hombre guapo desnudo se lo agradece acariciándole la cabeza, soltando gemidos al estilo de:
--¡que bien la chupas, joder¡
De repente el hombre saca su verga de la boca de Simón. El chico lo mira hambriento. Se queda de rodillas, como suplicante. El hombre le ayuda a levantarse. Cierra el agua que los ha estado mojando.
--¿quieres que lo hagamos, verdad?
Simón no lo duda.
--¡si claro¡
El guapo sale de la ducha, con su dura verga apuntando (lo que mantiene excitadísimo a Simón) se va secando y tira la toalla a Simón.
--vamos a la habitación, estaremos más cómodos.
Simón lo sigue. El hombre busca sus pantalones de donde saca un preservativo. Se lo pone en el camino. Tiene ganas de descargar. Tira a simón a la cama, culo en pompa. Lo hace vibrar con su lengua, con sus dedos pero enseguida se le clava. Se retuerce de placer. El hombre guapo desnudo explota, cae al lado de Simón. Simón está muy contento, lo quiere acariciar. Le apetece estar un rato abrazado a él. El guapo le da un golpe en la mano. Se muestra brusco.
--¡ahora déjame, quiero trabajar¡
Simón mira al hombre triste.
--pero –balbucea.
El hombre lo tira de la cama de un empujón.
--¡¡qué te largues¡
A Simón le duele sentirse utilizado, le duele que ese hombre lo trate tan feo después de acostarse con él. No se dice nada. Se viste en silencio y sale por la ventana. Su cuerpo ha vibrado de placer, su alma llora.
--¿¿es que a la gente sólo le importa el sexo? –dice para sí.
Simón desea sentirse amado. Va acumulando amantes ocasionales pero no amor. Eso le duele pero también le hace sentir culpable el hecho que él no pone impedimentos en acostarse con cualquier desconocido que se le ofrece.
--¡soy una bestia¡
Simón siente que se está convirtiendo en alguien como Thiago, como Ramiro que sólo les importa el sexo y les da igual jugar con los sentimientos de los demás y eso no le gusta. Al llegar a casa como siempre, su guitarra, su música es lo único que lo relaja, que lo aisla del mundo y no lo hace sentir mal. Está descubriendo placeres nuevos que le gustan, que le hacen disfrutar pero son placeres efímeros. El sexo lo hace gozar pero luego se sienta mal aunque cae una y otra vez.

Al día siguiente, tanto al ir como al volver de la escuela pasa por el bloque en el que estuvo con el guapo el día anterior. Al ir la ventana está cerrada pero no la volver y se asoma. Una vieja gorda horrenda. Le da un golpe con la almohada.
--¡¡niño chismoso¡ ¡¡qué haces aquí¡ ¡¡largo¡
Simón se va corriendo. No cree que se atreva a volver. En la tarde va a la biblioteca. A su lado se siente ese chico guapo que acaba de conocer y al que no ha logrado ver la verga. Le gusta, está muy bueno. Lleva jeans claros, se le ve un buen paquete. Ramiro no tarda en llegar.
--buenas –le dice.
A Simón le encanta verlo pero le duele que lo trate como un simple conocido.