sábado, 5 de noviembre de 2011

Capitulo 47



Simon está muy ilusionado por lo que está viviendo con Ignacio. No es la historia de amor que le gustaría vivir pero se siente muy querido y eso es lo que le gusta. Le apetece tener un amigo sexual aunque no sabe si podrán volver a verse, almenos tendrá un amigo aunque sea por celular. Le marca con ilusión desde la puerta de su compartimento. Tienen muchas ganas de hablar con un amigo, de hablar con un chico de su edad. Un chico que no lo mire como a un bicho raro por el simple hecho que le guste acostarse con hombres o sino que lo trate como un mero objeto sexual. Simón insiste una y otra vez.
--¿porqué no me toma la llamada? --se pregunta Simón.
Pero insiste una y otra vez. Ignacio está inquieto. Esperaba que Simón lo llamara enseguida, pensaba que tenía ganas de hablar con él.
--¿porqué no me llama? --se pregunta Ignacio.
Cada segundo tanto a Simón como a Ignacio les parece una hora. Se caen bien y han disfrutado el uno del cuerpo del otro y ahora les apetece saber cosas el uno del otro porque no saben nada. No saben que ambos viven en la misma ciudad. Simón no deja de llamar y no entiende porque no le toma la llamada.
--¿será que me dio mal su número?
En realidad está comunicando.
--¿con quien habla tanto? ¿porque se pone a hablar con alguien si quedamos que yo lo llamaría?
Decide que esperará a ver si acaba de hablar. Sino irá él a buscarlo. Y comprueba sus brazo para asegurarse que ha marcado bien.
--No puede ser que se haya burlado de mi, estamos en el mismo tren. Le puedo ir a reclamar.
Aunque no sabe en qué compartimento está sabe que no es lejos, que no le será difícil encontrarlo. Ignacio no entiende porque Simón no lo está llamando.
--¿porqué no le pedí su número? --se dice para sí.
E Ignacio comienza a creer que tal vez es Simón el que se ha burlado de él, el que no quiere saber de él.
--¡No puede ser --se va diciendo-- no me habría dicho esas cosas, no me habría llevado a casa de su abuela, sé dónde está ahora¡
Están llegando a una estación, Ignacio busca su celular para asegurarse que funciona.
--Lo iré a buscar no sea que baje ahora.
Entonces se da cuenta que no tiene su celular ni su cartera.
--¡me robaron, me robaron¡
El padre lo regaña, lo insulta.
--¡pues no te pienso comprar otro celular, te conformas con mi viejo celular que tenemos en casa¡
Pero eso a Ignacio eso no le preocupa, quiere hablar con Simón para evitar que éste vaya a pensar lo peor de él. Su padre, pero, no lo deja salir y empieza a bajar las maletas.
--cambio de planes, nos quedamos un par de días en este pueblo.
Ignacio no puede creer lo que está escuchando. No puede creer que su padre lo esté alejando una vez más de ese chico que tanto le gusta.
--¡No viejo, ahora no¡
El padre no le hace caso e Ignacio no le puede explicar que ha encontrado a un amigo muy especial y que no quiere que piense que se ha burlado de él otra vez. Abandona el tren triste, mira hacia atrás deseando que Simón también se baje en esa estación. Simón está comenzando a buscar a Ignacio en los compartimentos, el tren ya arranca y Simón lo ve marcharse con su padre. Ignacio padre en esos momentos está llamando a la compañía para denunciar el robo e inutilizar el robo de su hijo. También para dar de baja el número. Ignacio mira hacia atrás triste pero no ve como Simón lo ve marcharse con el rostro desencajado por por la rabia. Golpea los cristales.
--¡Se burló de mi el muy maldito¡
Simón vuelve a marcar, le dejará un mensaje insultándolo para que esa rabia que siente no se quede dentro de él pero le dicen que ese número no existe. Simón siente una gran rabia. Ve desaparecer a Ignacio, se le escapa unas lágrimas.
--¿porqué me ha hecho esto?¿porque se ha burlado de mi de esta manera?
Simón siente que Ignacio es el chico que ha sido más canalla con él porque los demás nunca le prometieron nada. Simón se encierra en el lavabo. Ha ido dando golpes por todos los lados para relajarse un poco. Se encierra en el wáter y llora.
--¿porqué me ha hecho esto?
Simón está muy triste. No cree que pida mucho, sólo quiere un amigo. No le importa que sea en la distancia, quiere marcar un número y poder hablar con alguien de su edad, alguien que le pueda comprender pero todos los chicos de su edad o lo rechazan o lo usan para divertirse y luego lo deshechan.
--¡nadie había sido tan cruel conmigo como ese imbécil¡¡Es que si lo vuelvo a ver le rompo la cara¡
Simón se siente utilizado. Siente que Ignacio lo ha utilizado exclusivamente para desahogarse sexualmente. Simón se siente ya maduro en el terreno sexual pero en el terreno afectivo sigue siendo tímido. El sentirse rechazado, el sentir que sólo es bueno para que los hombres lo disfruten, gocen de su cuerpo pero que sus sentimientos no le interesen le hace daño. Se queda en el piso, se agarra las rodillas. Pasa un buen rato, así hasta que alguien reclama ese lugar.
--¡Salga ya que ya lleva mucho rato¡
Simón se levanta, seca sus lágrimas.
--sí, perdón. Ahora salgo.
Se lava la cara. Borra con agua el número de su brazo. Sale con la cabeza agachada. Vuelve a su compartimento, se sienta en su sitio. Borra triste todas las llamadas que ha hecho a Ignacio para que no quede rastro de él en su celular.



Al llegar a su casa necesitaría un abrazo de su padre pero Jay ni lo saluda. Hace semanas que no lo ve pero actúa como si esa mañana se hubieran visto. Simón no entiende porque es su abuela la única persona que lo quiere. Siente que es culpa de él y eso le cree una gran inseguridad. Se encierra en el baño y llora. Se saca la ropa. Una ducha lo relaja. Se frota con fuerza el brazo para que no queden ni restos del número de Ignacio. Espera así poder volver a borrar a Ignacio de sus recuerdos. Vuelve a su cuarto envuelto en una toalla. Se sienta en la cama, agarra la guitarra y toca. Eso sí lo hace feliz. Jay golpea la puerta con rabia.
--¡otra vez ese ruido infernal, me tenés harto¡
A Simón se le escapa las lágrimas pero la música lo evade del mundo. Jay está enojado. La presencia de Simón lo amarga porque le recuerda una parte de su pasado que quiere olvidar.
--¿¡porqué no se queda en el pueblo y me deja a mí tranquilo?¡ ¡yo sí que no tengo la culpa que haya nacido, yo no hice nada para eso¡ ¡¡Maldito bastardo¡
Jay siente mucha rabia contra su hijo, contra el mundo entero. Sale de la casa dando un portazo para ir a buscar a un sabroso jovencito que le alegre el día. Simón sigue tocando y llorando. No entiende porque su padre lo odio y eso le duele mucho.


Cuando Ignacio llega a su casa trata que su padre recupere su viejo número de teléfono con la esperanza que Simón lo haya llamada. El padre le da otro celular, con otro número.
--Ya cancelé tu viejo número. No nos hace falte.
--¿¿porqué me hiciste esto?¡¡con lo complicado que es dar de baja un celular?
Pero el padre no le hace caso.
--Todos tus amigos te llaman a casa siempre, ¿o es que tienes algún amigo que yo no conozca?
Ignacio se calla porque no quiere que su padre sospeche que es gay. Se sienta en su cama, abraza a su almohada triste. Sabe que tal vez no se volverá a acostar con Simón porque no sabe de donde es pero Ignacio no soporta que Simón lo odie, que piense lo peor de él. Es lo que más le duele es que Simón le gusta mucho.