martes, 19 de abril de 2011

Capitulo 19




Después de un nuevo encuentro sexual con Ramiro, éste ha vuelto a desaparecer de la vida de Simón que se siente angustiado, ansioso. Trata de no pensar en el chico pero es que le gusta mucho, además quiere tener un amor. En la escuela es el tímido, todos lo miran por encima del hombro. Nadie le hace caso. Quiere un chico a su lado con el que cubrir sus necesidades sexuales y que le haga sentir importante. Alguien que lo quiera. La música es lo único que lo sostiene.





Una tarde más, Simón está en la biblioteca. Ramiro pasa delante de Simón.
--hey que pasa?
Ramiro lo saluda como si nada y Simón se queda tan sorprendido que no sabe qué decir. El chico se pone muy nervioso. Le gusta mucho pero no sabe cómo acercarse a él. A Ramiro le encanta jugar con Simón, confundirlo. Acostarse con él y luego tratarlo como si no hubiera pasado nada. Le gusta la cara con la que lo mira, la cara de no entender nada. Ramiro se muestra simpático, alza su mano. Simón siente que el corazón se le va a salir del pecho. Va al lavabo con la esperanza que Ramiro lo sigue. No quiere acostarse con él, almenos no sólo eso. Quiere hablar con él. Se siente más cómodo en el lavabo, los dos solos. Ramiro se da cuenta que eso es lo que quiere Simón pero piensa que lo único que quiere es acostarse con él. Sonríe con cara de depravado pero no se mueve.
--Hoy no, hoy no es tu día. Tendrás que ser paciente –dice para sí.
A Ramiro le gusta hacer las cosas a su manera, acostarse con Simón cuando él lo decide y luego ignorarlo. Simón vuelve del lavabo triste. No deja de mirar a Ramiro. Sus miradas coinciden. Ramiro le sonríe y le mueve las cejas muy simpático. Ambos están en un ordenador, tienen tiempo una hora. Luego tienen que volver a pasar la tarjeta. En un cambio, a Simón le toca en el que está Ramiro. Sonríe excitado, nervioso. Es una buena manera de acercarse a él. Se acerca a él. Lo saluda. Se queda a su lado. Quisiera decirle algo. Se han acostado juntos, se han conocido en la intimidad pero no tienen nada que decirse. Ramiro lo trata como si fueran un simple conocido, Simón siente que como mínimo podrían ser amigos pero no sabe cómo acercarse a él.
--¿¿qué? –le dice Ramiro algo brusco.
Ramiro se muestra frío y eso le corta a Simón. Habla nervioso.
--Me toca este ordenador.
--Pues todo tuyo…
Ramiro se levanta y se va y Simón se lo queda mirando con cara de: “¿eso es todo lo que me tienes que decir?” Se han acostado juntos, llevan días sin verse y cuando se encuentra Ramiro sólo le dice eso.



Simón vuelve a su casa decepcionado. Frustrado y caliente. Se le pone dura al pensar en Ramiro. En su verga, en cuando la tuvo en su boca, en cuando la tuvo dentro de él. Esas sensaciones de placer que le hizo sentir. Se estremece. No es sólo sexo lo que busca pero le apetece acostarse con él. El sexo es una necesidad para él. Lo echa de menos. Se desnuda en su cuarto. Entra en el baño en bóxers. Se los baja, se mete en la ducha pero ni aún así se enfría. Está caliente. Se masturba pensando en Ramiro, en la verga de éste. Sale más relajado. Se mira al espejo totalmente desnudo, secándose con la toalla. Suspira pensando en Ramiro. Tiene algún recuerdo para Thiago, fue algo muy fuerte lo que sintió por su primo pero poco a poco esos sentimientos se están borrando. Ramiro ha entrado con fuerza en su vida. Se pone la toalla en la cintura. Vuelve a su cuarto. La guitarra lo relaja. Cierra los ojos y canta. Se imagina que vive un amor hermoso con Ramiro, canta para él.




Al día siguiente, por la tarde, Simón vuelve a la biblioteca. Le va bien para hacer los deberes. Se conecta un rato en internet pero su objetivo es Ramiro. Está pendiente de la puerta, de verlo llegar. Lo ve pasando entrando en la máquina que le le indica el ordenador que le toca. Ramiro lo ve, le sonríe. Alza la mano. Está pendiente de él. A Ramiro le hace sentir importante que Simón no deje de mirarlo. Ramiro le sonríe, de vez en cuando alza la mano saludándolo pero no hace nada más. Simón está ansioso por si va al lavabo. Le gustaría coincidir con él a la salida, es un buen momento para hablar. A Simón el tiempo se le acaba antes que a Ramiro, que no se ve con prisas para irse pese a que ya es la hora de cerrar. Muy nervioso, Simón se acerca a él. Le pone la mano en los hombros.
--yo me voy.
Ramiro responde simpático.
--bueno, pues ya nos iremos viendo.
Simón se que queda ahí plantado frente a él. No se da cuenta de la llegada de Juan. Mira molesto a Simón, lo siente un rival.
--¿¡quieres algo? –dice Juan a Simón.
Simón se muere de la vergüenza.
--No, nada. Me despedía.
Ramiro no le dice nada. Sabe que esos dos chicos gustan de él y eso le hace sentir bien. Se siente un macho.
--Pues adiós –le dice Juan a Simón.
Simón se va algo avergonzado. Juan actúa como el novio de Ramiro y Simón se siente celoso. Simón se va corriendo. Ve que están discutiendo y eso le reafirma que son novios.
--¿¿y que fue yo?¿me usó?¿se burló de mi?
Simón se queda muy triste. Ramiro regaña a Juan.
--¿a qué vino eso?
--¿Quién es ese tipo?
--un amigo.
Ramiro está recogiendo las cosas. Celoso Juan le dice:
--¿te acostás con él?
Ramiro fulmina con la mirada a Juan:
--tengo mujer, que no se te olvide nunca.
Ramiro se adelanta y Juan va detrás.

La actitud de Ramiro en los días siguientes que se vuelven a encontrar en la biblioteca le crea ansiedad. Le duele que no le diga nada, no sabe cómo enfrentarlo. No se atreve. Esta triste. Esa mañana no tiene clase. Va a la biblioteca. Se encuentra allá un chico que está muy bueno. En seguida llama su atención. Delgativo, guapo. Ideal para un encuentro en el lavabo. No hace falta decir la rabia que siente Simón cuando ve que ese guapo va al lavabo justo en el momento que Simón sale. Se encuentran en la puerta. Pero la cosa no acaba ahí. Menos de una hora después, Simón sale del baño y el otro justo detrás. Se encuentran nuevamente en la misma puerta. Tiene la mano en el paquete y se le ve un buen bulto.
--¡que rabia¡ --dice Simón para sí.
Simón ya había oído que alguien se acercaba al baño pero como el único que le interesa es él y le parecía algo imposible pues no se espera. Y es él y lo ve yendo al urinario.
--¡que rabia¡ --dice Simón para sí.
Y a la tercera no va la vencida. Simón se la pasa espiándolo para que no se le escape. Está muy ansioso. Piensa incluso en la posibilidad que ese guapo quiera algo con él, que lo esté persiguiendo y por eso hayan coincidido. 30 minutos después del último, Simón decide probar. Va al lavabo. Lo espera un rato y justo cuando ya Simón se da por vencido y se va, entra él. Se vuelven a encontrar en la misma puerta. Él se agarra sus gordos cojones que se le ven por el estrecho pantalón.
--¡que rabia¡ --dice Simón para sí.
Esto aumenta el malestar de Simón. Sus ganas de sexo. Se siente solo, necesita sentirse querido pero también necesita sexo. El otro se va enseguida y Simón se queda con las ganas de vérsela y sobretodo cómersela. No quiere convertirse en una bestia sexual, no quiere pensar sólo en sexo. Busca también amor pero el sexo se está convirtiendo en una necesidad más para él.