viernes, 9 de diciembre de 2011

Capitulo 52






colaboración especial de Fabián Pizzorno como Rafael.

Simón finaliza su periodo de vacaciones. Disfruta mucho con Aguirre. Le da sexo y compañía. Es lo más cercano a un amigo que tiene pero Aguirre ya se encarga de repetirle que sólo se están diviertiendo. Simón lo sabe. Sí le gustaría encontrar el amor pero sabe que no es Aguirre. Se la pasan bien pero nada más. A Simón sí le gustaría que Aguirre fuera más dulce pero alegra sus días en el pueblo. Gracias al carnicero y a su abuela, Simón tiene allá lo que no recibe en la ciudad. Regresa a casa para las últimas semanas de curso. Llega muy lleno, muy satisfecho sexualmente y confía no necesitar sexo en esos meses, no quiere distraerse. No quiere volver a vivir un desengaño y confía no necesitar sexo en esos meses que le falta hasta poder volver a los brazos de Aguirre. Esa mañana, a la salida de la facultad, va al bar de al lado para tomar algo. Pide y va al lavabo. Justo en la puerta, cuando ya salía, se topa en la puerta con Rafael, uno de sus profesores. A sus casi 50 años sigue siendo muy atractivo y a Simón le gusta aunque no quiere pensar en él. Lleva anillo de casado y además es su profesor. Simón no quiere pensar en ese profesor como macho. No quiere ilusionarse, ponerse cachondo por alguien que no va a poder tener pero sí es cierto que le despierta atracción, que siente curiosidad por ver que tal colgajo tiene su profesor cincuentón y guapetón. Lo ha visto ir al lavabo de la facultad, lo podría haber seguido pero nunca se ha atrevido. No es gay y es su profesor. Le da vergüenza lo que pueda pensar de él si se da cuenta que lo está siguiendo. Otra cosa es que el encuentro fuera casual. Es por eso que le da bronca que el profesor vaya justo cuando él está saliendo. No se chocan porque el propio Rafael es el que se ha separado.
--¡epa¡. Perdona –le dice a Simón.
Lleva las manos en la bragueta preparado para sacársela y eso es algo que a Simón lo pone cachondísimo. Se va frustradísimo.
--¡qué rabia¡ ¡¡con lo que me gusta y con las ganas que tengo de verle la verga¡
No quiere pensar en él porque se pone muy cachondo, no quiere que un hombre lo perturbe y eso perjudique sus estudios. Al llegar a casa se da un buen baño de agua fría. Se ducha mientras se masturba pensando en la mano de Rafael posado en su paquete. Envuelto en una toalla va a su habitación. Un rato tocando la guitarra y de nuevo se puede centrar en sus estudios. Quiere sacarse el curso por él y por su padre. Le gustaría verlo orgulloso. No quiere aceptar que su padre lo odia y que le da igual lo que pase con él. No puede evitar que unas lágrimas mojen sus mejillas.


Al día siguiente, Simón vuelve a clase. Le toca Rafael. Se pone bien al fondo. Le cuesta escuchar al profesor. Lo único que hace es mirarle la bragueta. Le ha puesto muy cachondo lo que ha pasado el día anterior. Al cabo de un rato, Rafael y su alumno van al lavabo a la vez. Simón se da cuenta. Normalmente se espera porque no quiere que el profesor piense que lo está siguiendo pero en esa ocasión es diferente. Está muy caliente pero además es que es todo propicio para ese momento. Hay tres urinarios, uno está ocupado. Queda libre el del medio y Rafael es el que ocupa. Simón se pone muy cachondo al ver a su guapo y maduro profesor con la verga en la mano. Mirándosela. Simón saluda a su profesor. Rafael le responde pero sin dejar de mirársela. Rafael se muestra frío. Simón se da cuenta que está incómodo.
--¿es que le molesta mi presencia? –va pensando-- ¿es que cree que lo he seguido? ¿prefiere estar solo? ¿Por qué viene aquí que vamos todos? Supongo que tendrán lavabo sólo para los profesores. Además ¿Por qué se pone en medio?
El otro chico enseguida se va y Rafael aún se muestra más tenso.
--¿porqué le molesta que esté acá –va pensando Simón—si sólo lo estoy mirando de reojo.
Simón se queda tranquilo cuando ve que el profesor se la está sacudiendo y se va. Lamenta no habérsela podido ver pero ya se da cuenta que es porque Rafael la tiene pequeña. Si la hubiera tenido grande se la hubiera visto. La tiene de un tamaño pequeño, con la mano, que está al lado de Simón, se la tiene agarrada y con la otra se da masajes al pellejo (que sí se le ve) para sacarse la última gota. Simón se va cachondo. Su profesor tiene más del doble de años que la edad de Simón y al chico le daba curiosidad saber cómo tiene la verga. Ahora ya lo sabe. No la ha visto pero la tiene pequeña. En fin, no se puede tener todo en la vida, que es guapo lo es.


Días después, entre la música y sus estudios, Simón se va centrando. Está solo pero tranquilo. Echa de menos el amor, el sexo pero la música es el mejor sustituto a todo. Le gusta Rafael, le gusta verlo. En sus clases es cuando peor se encuentra porque no deja de pensar en sus encuentros en el lavabo. Rafael está dando clase y a Simón le cuesta concentrarse en otra cosa que no sea la mano de su profesor en su bragueta o ese pellejo. Ese día, Simón va al lavabo y Rafael se le adelanta. Simón sabe que a Rafael le molesta y ya sabe que tampoco hay nada que mirar pero se está haciendo y no quiere esperar. Se sorprende ver que el profesor no sólo se pone en el urinario sino que en el del medio. Simón se pone del otro lado del que estaba la otra vez que tenía la mano al lado y lo tapaba. No quiere mirar pero por si a caso se pone del lado contrario a la mano con la que se la agarra. Simón, muy respetuoso, no mira pero, al ponerse, lo saluda. Rafael, sin dejar de mirarse la verga, le contesta.
--buenas.
Y muy amable. Y de repente le habla.
--¿y ya has acabado por hoy?
Y claro Simón se gira y le ve la verga al profesor y sin problemas. Es muy pequeñita y delgadita. Cuesta de ver. No la tiene muy agarrada pero es difícil de ver porque es muy pequeña. Muy pequeñita, delgadita y clarita. Pero se la ve. Y Rafael empieza a hablar de las clases y Simón pues escuchando y mirándole la verga. Como es pequeñita se pone cachondo pero no tanto como otras veces. Si tiene la fantasía que el profesor le deje disfrutar de esa verga pero por el otro lado sabe que no podría asistir a sus clases si pasa algo entre ellos. Además ¿qué puede esperar si el profesor es casado? Simón le habla nervioso. Le sorprende ese cambio del profesor y no sabe si es que quiere algo con él. Simón va hablando y Rafael sonríe simpático y deja que Simón disfruta de su verguita. Se despiden con amabilidad. Simón se queda solo en el lavabo. No está acostumbrado a ver la verga de un guapo y quedarse con las ganas. De la manera en la que Rafael le ha dejado disfrutar de su verga, Simón casi diría que se la ha enseñado. No entiende porque las otras veces ha sido tan arisco y en cambio ahora tan amable.
--¿quiere algo?
Eso lo tiene ansioso.
--En fin, veremos mañana.