miércoles, 14 de septiembre de 2011

capitulo 40








Ramiro mira seductor a Simón, le gusta mucho el chico. Siente una fuerte atracción hacía él. También le gusta sentirlo temblar, ver como se deja dominar. A Ramiro le gusta ejercer poder hacia Simón, le gusta que pese a que se han acostado juntos varias veces, se muestre nervioso como si estuviera viviendo su primera vez. Le ha decepcionado saber que Simón tiene una vida sexual ajena a él, que se puede acostar con cualquiera. Simón se le hacía más tierno y le gustaba pensar que vivía solo para él, que para Simón él es alguien especial y que se conformaba con la que quisiera darle, que no necesitaba más. Igual Simón es un chico guapísimo y no lo quiera dejar escapar y que sea otro el que lo disfrute. Ramiro le guiña el ojo muy seductor a Simón que bebe nervioso la cerveza que le ha dado.
--Yo quiero que seas mi amante pero no quiere que ni que nadie se entere ni que estés con
otro.
Simón tose y se atraganta porque la propuesta es casi un sueño para él. Ramiro le saca la cerveza y la tira. Simón está muy nervioso:
--pero ¿¡qué hacés?¡ ¿y luego quien va a limpiar esto?¡
Ramiro lo va acariciando y Simón se va relajando.
--No te preocupés, yo no vivo aquí.
--¿y de quien es esto? mira si alguien nos sorprende.
Ramiro lo va besando por el cuello, Simón está derretido.
--es de un amigo pero tranquilo. Nadie vendrá.
Ramiro mira a Simón con cara de pervertido y dice seductor:
--¡desnudate, quiero verte bien las bolas¡
Aunque ya se haya acostado con él, a Simón le da un poco de vergüenza porque él la tiene de un tamaño normal pero la de Ramiro es algo gigantesco. Al borde de un infarto, Simón le dice:
--A mi también me encanta verte desnudo.
Ramiro le sonríe pícaro. Se va desnudando y Simón lo sigue. Ramiro se muestra muy sensual pero también es exigente:
--te prohibo que estés con alguien más.
Simón está demasiado excitado:
--si estoy contigo ya no necesito más.
Ramiro sonríe satisfecho. Se olvida de todo, incluso de las cervezas que han quedado ambas latas tiradas en el piso. Va acariciando el torso desnudo de Simón que está ya en boxers y apuntando. Así no se le ve tan pequeña comparada con la de Ramiro que tiene los pantalones desabrochados. Se le ve muy grande pero aún no en erección. Ramiro está contento de haber dado ese paso, de haber llevado a Simón hasta su lugar de encuentros sexuales especiales. En medio de la pasión le va hablando:
--entiendo lo del feo, te dejaste llevar por la desesperación porque hacía tiempo que no estabas conmigo pero que no ha habido otro lo sé. No hubieras caído tan bajo. No me gustaría saber que te importo tan poco y que te has ido acostando con cualquiera.
Simón va haciendo que no con la cabeza. Ramiro no lo ve capaz de llegar una vida lujuriosa. Simón no le dice nada porque Ramiro le gusta mucho y además le fascina la idea de volver a acostarse con él. Ramiro quiere que quede claro que aunque para él puede ser uno más, no quiere ser uno más para simón.
--Antes me acostaba con mi amigo, tú nos debiste ver juntos peor me di cuenta que se acostaba con otros y no se lo permití.
Simón tose. Siente culpa porque él fue uno de esos otros pero confía en que Ramiro no llegue enterarse. En ese mismo momento, Ramiro se baja los boxers. Simón pierde el mundo de vista, Ramiro se siente muy orgulloso de su gran miembro viril y le gusta que a Simón le impresione tanto. Simón estaba deseando ver a Ramiro desnudo en su totalidad, sin prisas, sin preocupaciones. Siente que ese es el día mas feliz de su vida. Siente que está viviendo su experiencia sexual más importante. A Simón le encanta la verga de Ramiro. Para él es la cosa más bella del planeta. Sí, ya se la conocía pero nunca se la había visto así, no la recordaba tan bella. Se la ve entera y perfectamente. Se queda admirando esa preciosidad durante un buen rato y Ramiro, que se va sacando toda la ropa que le ha ido quedando a los pies, le gusta sentirse deseado.
--¡Es monstruosa¡ --dice Simón para sí.
Es mucho más gorda pero menos larga de lo que se la recordaba. Casi se viene sólo de mirarlo. Simón tiene su verga en su punto más alto, está muy excitado. De poco no lo viola. Por falta de ganas no es pero no quiere que Ramiro piense que es un pervertido, que está desesperado, quiere que sea Ramiro el que tome la iniciativa. Simón jadea, nunca había sentido tanto placer y sólo por mirar. Le gusta mucho Ramiro y le gusta su verga. Se muere por agarrársela, siente que no se va a poder controlar. Está desesperado por comérsela pero no quiere que Ramiro se dé cuenta para que no piense que sólo busca eso y lucha por controlarse y esperar que sea Ramiro quien haga algo. Ramiro, pero, no se mueve. Está disfrutando del deseo y sobretodo de la desesperación de Simón. A Simón le gusta mucho ver a Ramiro desnudo. Muchas veces ha pensando que le interesaba más la verga de Ramiro que él mismo pero no se la recordaba tan bella. Luego no le crece más, sólo se le endurece pero verla tan grande y totalmente dormida porque tiene todo el pellejo bajado que a Simón le encanta morder antes que se le endurezca. Ramiro se sienta en el sofá, mira con complicidad a Simón y éste se le lanza ante él. Simón se pierde entre las piernas de Ramiro. Le da pequeño mordisquitos en el pellejo, en esa pequeña piel que sobra. Ramiro aún no la tenía dura aunque en su estado natural es ya de tenerla gorda. Se le va haciendo dura gracias a la lengua de Simón que disfruta mucho. Ramiro va masturbando a Simón que está tan caliente que se viene al toque. Emite un pequeño jadeo pero sigue. Ramiro se limpia la leche de Simón en la espalda del propio Simón. Simón va llenando su boca de esa gorda verga, siente como si se estuviera llenando de vida. Hacía días que no vivía un encuentro sexual y hacia varias semanas que no vivía ninguno especial. Simón se siente solo, necesitaba una buena inyección de ilusión y vaya si la está teniendo. Ramiro se levanta y Simón no le quiere soltar la verga. Ramiro lo mira con cara de travieso:
--tranquilo, ahora viene la mejor parte --le dice Ramiro sensualmente.
Simón se deja dominar como si fuera un títere. Ramiro lo sienta en el sofá, se arrodilla ante él y le lame todo el culo. Simón se retuerce de gusto. Sin dejar de disfrutar de ese velludo trasero, Ramiro busca sus jeans y rompe un condón. Luego sí rompe del todo a Simón de placer. Los dos están muy a gusto. Simón en el sofá, con las piernas abiertas y al aire, Ramiro clavándose en él.
--¿¡¡pero qué es esto?¡
Es Juan el que acaba de entrar y grita rabioso. Los amantes se sobresaltan. Ramiro se viene en ese momento. Ninguno de los dos ha disfrutado del final. Ramiro se acerca a Juan aún con el condón manchado de su leche puesto. Simón se muere de la vergüenza. Siempre ha temido que pasara algo así. Juan está loco de celos, siempre sintió que Simón podría ser un peligro y ahora lo comprueba.
--¿¡qué haces con este idiota?¡ --Juan.
--¿¡qué haces aún con la llave? --Ramiro.
--´¡qué te importa¡
Los dos discuten como si simón no estuviera detrás de ellos.
--¡Simón me quiero, yo soy especial para él¡
--¡Nadie te va a querer como yo¡ --Juan.
--¡Simón sí --Ramiro con orgullo y seguridad.
Simón no se mueve, no respire. Está asustada, teme lo que pueda decir Juan a continuación. sus temores se hacen realidad. Con burla Juan dice:
--¿¡y porqué se acostó conmigo?¡
Simón quisiera poder desaparecer. Ramiro no puede creer lo que escucha.