jueves, 10 de noviembre de 2011

Capitulo 48



Simón está triste. No quiere que le vuelva a pasar lo de siempre. No quiere volver a acercarse a un chico aunque después de estar teniendo sexo todos los días, la abstinencia se le hace muy dura. Se centra en sus estudios y tampoco se ha cruzado con nadie que lo impacte. Eso lo ayuda a cumplir su propósito de no permitir que nunca un chico se vuelva a burlar de él. Después de todo un verano sin verlo, Simón se encuentra en la calle con León. Lo ve más hombre.
--Pedazo de macho está hecho –dice para sí.
León lo ignora pero Simón vibra. Pelo largo y un cuerpo de infarto. Simón se acostaría con él en ese mismo instante sin preocuparse de nada más. Sus hormonas no lo dejarían escapar. Esa tarde se masturba pensando en León, en sus curvas, en cuando coincidieron en el lavabo. Se pone muy cachondo pensando en esa verga que se agarra con las dos manos, una encima de la otra y se viene en la otra. Luego, más relajado, vuelve a su cuarto. Con la toalla en la cintura. Agarra su guitarra y se aisla del mundo. Canta y compone. Es lo único que lo distrae, que lo aparta de los chicos, que le hace olvidar su necesidad de sexo, su soledad. Esa noche sueña con León. Los dos están en la cárcel. León está aislado en una celda porque tiene una enfermedad contagiosa y nadie se quiere acercar a él. Simón se hace voluntario para bañarlo. León no se puede mover y se deja hacer resignado. Simón está muy excitado, le gusta desnudarlo. Lleva ropa de deporte. Primero le saca la camiseta y se deleita con su desnudo torso, es bastante musculoso. Luego, temblando y muy cachondo, le baja los pantalones y aparece ante él una verga no muy grande pero sí muy gorda y morada. León se la rasca mucho. Simón se revienta de gusto y despierta sofocado, con tremenda erección y con el pantalón del pijama mojado. Está ardiendo, muy excitado. Le ha encantado ver a León desnudo aunque no sea de verdad. Las sensaciones, el placer que ha sentido sí ha sido real. Se saca el pijama, se limpia la zona genital con su pijama. Busca unos pantalones limpios para ponerse. Son las cinco de la mañana y está tan sofocado que no puede volver a dormirse. León lo tiene muy cachondo y con él no le importaría tener una loca noche de sexo y luego no volver a verlo más. León le parece demasiado joven como para tener algo serio con él o ser ni que sea amigos pero el adolescente está muy bueno y le encantaría acostarse con él.



Días después… Simón se encuentra en la facultad. Estudia filosofía. Es un día más. Sale de la clase directo al lavabo. Hay un chico en el urinario, en el medio de los tres que hay. No se ve que tenga buen cuerpo. Es algo gordito pero está muy separado y Simón le echa un vistazo mientras se pone.
--No está nada mal la verga que tiene el gordito para tenerla dormida –dice para sí mientras mira esos diez centímetros de verga pero muy delgadita que el chico se tiene agarrada por la punta.
Simón se enciende, esa verga le pone caliente. En realidad no ha tenido sexo porque no ha visto ninguna buena verga que llamara su atención. Esa verga lo descoloca, le gusta mucho. Es oscurita y eso lo enciende más ya que la mayoría que ha visto son más claritas.
--¡No te puedo creer, ¿tú aquí? ¡¡esto sí que es una casualidad¡
Simón mira al dueño de esa verga que lo ha conquistado sorprendido. Se queda helado.
--¿Ignacio?¿¡qué hacés acá?¡
Ignacio está muy contento. Simón le gusta mucho, no ha dejado de pensar en él. No ha vuelto a estar con un chico desde que estuvo con él y lo que ve le hace arder. Simón nota como la verga de Ignacio se está endureciendo de una manera rápido. Simón se guarda la verga. Se muestra brusco. No piensa cometer el mismo error por una tercera vez. Ignacio está muy nervioso. Nota a Simón tenso y eso lo pone más nervioso aún. Tiene tantas cosas que decirle que no sabe por dónde empezar. Ya por los nervios y porque está deseoso de acostarse con él, Ignacio le suelta:
--No sé si me recuerdas a mí, a ésta --le muestra su gorda verga-- he visto que me la mirabas y te gustaba.
Luego se da cuenta que ha metido la pata porque Simón se acerca a la puerta con muy mala cara.
--¡Aquí el único que está cachondo y deseoso de chingar eres tú¡ ¡¡supongo que no habrás encontrado a otro imbécil al que lo puedas engañar pero conmigo no más¡ ¡¡ya no me creo tus mentiras¡
Simón va a abrir la puerta. Es muy guapo y está muy bueno. Ignacio se guarda su gorda verga con dificultad. Tiembla al tener su hermoso culo a tocar de su mano. Se lanzaría sobre Simón pero no quiere que piense que sólo quiere sexo. Simón le gusta mucho, le gusta de veras y no sólo por el sexo. Lo agarra del brazo y le suplica:
--¡No te vayas, yo quiero ser tu amigo¡¡Desde que te conocí sólo he estado contigo ¡me apetece mucho tener sexo contigo pero también irnos a tomar unas cervezas y conocernos¡
Simón está furioso aunque le gusta que Simón se muestre tan ansioso, tan desesperado. También Simón está caliente. Le ha gustado volver a verle la verga y se la comería bien a gusto pero siente que Ignacio se ha burlado de él dos veces y no va a permitir una tercera. Simón se gira, se ve enojado.
--¿¿¡cómo crees que voy a creer algo así?¡ ¡te vi bajarte en la siguiente estación¡
--¡me robaron en el tren, mi viejo no me dijo que nos íbamos a bajar antes de tiempo¡ ¡¡mi viejo es así¡ ¡no me tiene en cuenta¡
Simón lo mira rabioso, cree que es esto invento. Ignacio está angustiado, desesperado porque no quiere perder una vez más a ese chico que tanto le gusta:
--¡Te juro que yo quería verte pero no sé porque siempre pasa algo que nos separa pero ahora ya no nos vamos a perder de vista, yo vivo en esta ciudad, estudio en esta facultad¡
Ignacio le dice en qué curso está.
--¡Vivo en el Colegio Mayor, podemos ir a mi habitación ahora¡ --dice ansioso y desesperado.
Simón le sonríe:
--vaya, para no querer sexo, para querer ser amigos vas muy rápido en querer llevarme a la cama.
Ignacio se ruboriza:
--No, si yo no lo decía por eso. Lo decía para que vieras que no me puedo escapar --dice muy nervioso.
Simón se da cuenta que Ignacio no miente, que en serio le importa lo que piense de él.
--¡podemos ir al bar de enfrente a tomar una cerveza¡ ¡por favor¡ ¡para mi es muy importante conocerte¡
Simón le sonríe e Ignacio queda cautivado. Simón lo mira pícaro. Le guiña el ojo. El propio Simón se sorprende porque es muy tímido y no suele ser así pero es que Ignacio le hace sentir bien.
--a tu habitación está bien.









Ignacio y Simón no se lo piensan. Disimulan ante la gente. Corren y ya en la habitación se desatan. Se devoran con sus manos, con sus besos, quedan desnudos el uno en brazos del otro. Están muy contento al haberse encontrado. Simón luego le chupa las nalgas a Ignacio. Es un culo gordito y a Simón le gusta. El chico queda tumbado en la cama, con las piernas abiertas. Simón tiene cada una de las piernas de Ignacio sobre sus hombros. Va abriendo el condón.
--Yo tampoco he estado con otro desde la última vez --dice ansioso.
Simón prueba una postura nueva, se la mete así e Ignacio se queja.
--¿te duele? ¿paro?
--No sigue --gime.
Simón va poco a poco.
--¿te gusta? --jadea.
--gustar es poco, me encanta --gime Ignacio.
Simón se va animando. Le da fuerte mientras masturba a Ignacio. Quedan los dos en la cama abrazados, contentos. Quieren conocerse pero no puede porque a Ignacio le suena el celular. Sabe que es su padre y no le puede hacer esperar. Le exige que vaya a casa en ese momento. A Ignacio le duele mucho tener que dejar a Simón pero no le puede decir que no a su padre.










Simón se levanta, se empieza a vestir. Se muestra tranquilo.
--Mañana nos vemos --Simón.
Se besan y se despiden ilusionados. No se intercambian los celulares, no se dicen apellidos. No lo ven necesario. Ignacio sale del campus. Se sorprende al ver a su padre en la entrada, lo espera en el auto. Ignacio sube, nota a su padre alterado.
--¿qué ocurre viejo?
--Nos vamos del país ahora.
Ignacio queda en shock.