sábado, 24 de septiembre de 2011

capitulo 41





Simón ni respiraba. Se había quedado quieto en el sofá. Desnudo, sentado con las piernas arriba tal y como lo ha dejado Ramiro. Baja las piernas pero no se mueve. No sabe que debe hacer. Se ha acostado con esos dos amigos y siempre le había dado vergüenza y miedo pensar en encontrarse con los dos juntos. Ahora ya lo había olvidado y tampoco pensó que fuera así. Ramiro está seguro de Simón:
--¡él no es como tú, él no se acostaría con cualquiera¡
Juan agarra del brazo a Simón y lo levanta. Juan lo mira de frente. Simón no se atreve a sostenerle la mirada.
--¡Niega en mi cara que te has acostado conmigo, que fue en un tren¡
Luego mirando a Ramiro Juan dice:
--¡No hace mucho de eso, no debes dejarlo muy satisfecho o le das igual¡
Simón está muy nervioso y no es capaz de mirar a los ojos a ninguno de los dos. Por los nervios, por la cara de susto de Simón, por el hecho que no se atreve a mirarlos, Ramiro se da cuenta que Juan no está mintiendo. Juan sonríe victorioso. Si Ramiro no es para él tampoco lo será para Simón. Juan mira a Simón burlón y le dice:
--yo de ti me vestiría a toda prisa, conociendo a Ramiro te va a correr a patadas aunque estés en bolas.
Eso asusta a Simón que no se preocupa de sus calzoncillos, se pone directamente los jeans. A Ramiro, en primer lugar, le molesta que Juan tenga razón, siente que ha quedado en ridículo y eso es algo que jamás se lo va a personar a Simón. Y después no soporta que Simón tenga una vida sexual ajena a él. Quería creer que sólo estuvo con el feo y fue porque no podía más. Simón estaba muy contento. Quería tener un amigo con sexo y ahora Ramiro está dispuesto a eso. A Simón le duele perder eso por un polvo con Juan que no tuvo importancia. Estaba viviendo un momento bonito con Ramiro pero dado el desprecio con el que lo está mirando Ramiro se da cuenta que todo ha acabado. Ramiro no se ha sacado el preservativo, se le ha caído al bajarle la erección y por los nervios y las prisas, Simón, con los pies descalzo, lo pisa. Está muy alterado y no hace mucho caso. Igual es la leche de Ramiro así que tampoco le da mucha importancia. Sin camisa y con los pantalones desabrochados, Simón se va poniendo los zapatos olvidando los calcetines. Ramiro está tan furioso que tarda unos segundos en reaccionar:
--¡Se me van de aquí los dos, no quiero saber nada de ninguno de los dos¡ ¡Si me ven ni me saluden¡
Juan no hace nada. Simón agarra su camiseta hacia la puerta. Ramiro descarga su rabia hacia el tímido Simón.
--¡No vales nada, yo creía que eras diferente pero no eres más que un muñeco lindo para que los demás nos divirtamos¡
Ese comentario lleno de rabia y hecho por Ramiro lastima mucho a Simón pero está demasiado sofocado como para decirle nada. Se queda paralizado, mirándolo lloroso. Ramiro sigue gritando lleno de odio:
-¡Nunca nadie te va a tomar en serio, sólo sirves para que te chinguen¡
Simón está creyendo eso y le duele. Es que siente que es culpa de él, que se deja dominar por el sexo y luego nadie lo toma en serio.
--¡¡Ya largate¡
Simón sale huyendo abatido por las palabras y el rencor de Ramiro. Espera el ascensor. Escucha como Ramiro discute con Juan, como lo echa. Juan no se quiere ir pero acaba haciéndolo. Simón se está abrochando los pantalones, tiene la camiseta en la mano. Él y Juan se encuentran cara a cara. Simón mira a Juan dolido y le reprocha balbuceando:
--¿porqué me has hecho esto?
Juan es muy hiriente con Simón también.
--¡Dejame en paz, le he hecho un favor a un amigo, eres bueno para echar un polvo una vez y ya está. No tienes nada más que ofrecer a nadie¡
Juan se va por las escaleras. Simón entra en el ascensor que abre sus puertas en ese momento. Cae en el piso y llora. Se siente muy culpable. Siente que ha perdido una buena oportunidad de ser feliz por culpa de sus impulsos sexuales.
--¡Me convertí en una bestia¡
Y en esos momentos piensa en Thiago y le da rabia sentir que está actuando como su primo que es un comportamiento que detestaba.


Días después… Simón se siente triste. Se siente solo, siente que nadie lo quiere porque no lo merece. Así le han hecho sentir Ramiro y Juan. Quisiera encerrarse en su casa y no volver a salir pero Jay no lo quiere todo el día metido en casa.
--¡tienes que preparar tus exámenes¡ ¡¡si este año tampoco entras en la universidad te corro de mi casa¡
Simón siente un gran temor hacia su padre. Se ha prometido así mismo no volver a distraerse por un chico, no tener sexo a menos que esté seguro que no lo van a volver a fallar. Después pero le cuesta mucho cumplir su palabra, en especial cada vez que ve a León. Ese adolescente le gusta mucho, vibra cada vez que lo ve. Se encuentran casualmente por la calle. Ese cuerpecito causa las delicias de Simón. Le gusta el culito de León. Simón suspira. León lleva una guitarra y eso anima a Simón. Hace que aún le guste más León, ve que está hablando muy simpático con un chico pero no se fija en él. No se da cuenta que es Ignacio, el chico que conoció en el pueblo hace unos meses y que desapareció tras acostarse con él. Simón pasa por el lado de León, vibra por ese culo pero pasa rápido porque no quiere que León se dé cuenta del deseo que siente hacia él. Ignacio no ha dejado de pensar en Simón, además es el último chico con el que se ha acostado pero ahora su primo lo tiene muy revolucionado. Le tiene muchas ganas. Pero cuando Simón ha pasado de largo, Ignacio siente un escalofrío. Como algo que lo avisa y mira hacia Simón que está perdiéndose tras una esquina. Piensa en Simón:
--¡Ese es su culo¡ --piensa.
Apenas lo ha visto unos segundos y le parece una gran casualidad, le parece imposible que Simón y él sean de la misma ciudad. En seguida piensa que es producto de su imaginación. León lo ha notado ido por unos segundos.
--¿te ocurre algo?
A Ignacio le gusta tanto León y está tan convencido que es imposible que sea Simón el dueño de ese bello culo que acaba olvidándose del tema y centrándose en la bella anatomía de León. Aunque el adolescente se muestra amable con Ignacio no ha vuelto a querer tener nada con él, no le deja tocarlo.
--¿es que ya te has estrenado y no me lo has dicho?
León ya no es virgen pero no ha sido como él quería, es algo que no quiere recordar. Le cuesta no llorar. Siente asco de sí mismo.
--No es eso, es que tengo mucho lío y tampoco me apetece –dice León algo distraido y nervioso.
Ignacio mira a León con cara de pervertido:
--si te encantaba que te la…
León, asustado, no le permite a Ignacio seguir:
--¡no digas eso que te pueden oír¡
Ignacio no entiende lo que le pasa a su primo y León y no se quiere explicar.

Días más tarde…

Simón aprueba sus examenes para ir a la universidad. Le duele la frialdad de su padre que no le felicita.
--¡ya era hora, no quiero un hijo tarado¡
Le duele que su padre no lo quiera pero ya se ha acostumbrado. Jay sólo quiere que Simon se vaya al pueblo. Ahí su abuela lo recibe con todo su cariño, con todas las felicitaciones del mundo. Simón tiene prisas en irse y es que haces semanas que no tiene sexo y quiere ver a Aguirre.

El hombre ya estaba cerrando su carnicería. Se sorprende al ver a Simón pero el chico está demasiado bueno para decirle no:
--¿querés pasar un rato? –le dice con cara de degenerado.
Simón sonríe travieso.

Al rato, Simón vuelve a la casa de su abuela satisfecho. Tenía ganas que le echaran un polvo y lo ha disfrutado mucho.
--¡Simoncito, mira quien ha venido¡ --le dice doña Esperanza.
Simón se queda helado al ver a Thiago.