miércoles, 11 de mayo de 2011

Capitulo 22



Simón está en la calle hablando por el celular. Escucha que alguien lo llama.
--hey, Simón¡
Simón lo mira y Ramiro le sonríe. Simón siente que el corazón se le va a salir de la garganta. Estaba tranquilo, no pensaba en él. Le gusta haber visto a Ramiro y le gusta que lo haya saludado.
--¡podía haber pasado de mi¡ ¡¡Esto es bueno¡ --dice para sí.
Lo ve irse pero se siente triste. Se han acostado juntos y no es eso lo que quiere de él, le duele tener que conformarse sólo con un saludo.
--Yo no lo había visto, si él no me hubiera saludado no me habría enterado de que estaba…
A Simón le gusta verlo pero está muy ansioso. Ramiro le gusta mucho. No es eso lo que quiere de él. Se queda triste. Está solo, necesita un hombre en su vida. Sexo no le está faltando, pero no es eso lo que busca. Ramiro lo tiene ilusionado pero a la vez no le gusta cómo lo trata.
--bueno, ahora no es hora de pensar en eso –se dice así mismo.
Se dirige a una plaza cercana, hasta ahí ha llegado un camión de la Cruz Roja para hacer recogida de sangre.
--Es algo que todos deberías hacer almenos una vez al año –se dice para sí.
Es su primera vez, le da algo de susto.
--¡es cómo si fuera un análisis de sangre, sólo que te sacan un poco más¡
Se tumba en la camilla, respira hondo. Cierra los ojos, procura pensar en cosas bonitas. Piensa en Thiago, en Ramiro. En esas ilusiones que no se ven realizados.





Simón sale del camión de la Cruz Roja con el brazo apoyado en el pecho. Contento, ha realizado su buena acción del día. Se siente satisfecho aunque no le importaría recibir un premio por su buena obra. Un premio en forma de un mágico encuentro. Aprovecha que aún no cierra y va a la biblioteca. Tiene ganas de hacer pis, así aprovechará y se conecta un rato. Está en el urinario. Le sorprende ver entrar al chico guapo con el que se ha quedado con las ganas de verle la verga. Están los dos el uno al lado del otro. Simón encuentra al chico muy guapo y ya que está ahí no le gustaría quedarse con las ganas de ver qué tal lo que le cuelga entre las piernas. Simón hace pis al lado del chico que no hace pis y mueve mucho la mano como si se estuviera masturbando y no hace pis pero Simón cree que es producto de su imaginación. Está pegado, mueve mucho la mano y tarda mucho y sin hacer pis. Simón se va por si al salir se le ve algo al chico. Y vaya si se le ve. Una verga enorme y gorda que causa un fuerte impacto en Simón. En realidad no ha sido un accidente, él se ha movido y ha aparecido de golpe esa maravilla. Simón está muy cachondo pero no puede estar seguro que haya sido a propósito, que el chico se la haya enseñado. No quiere equivocarse. Simón se lava las manos muy muy lentamente mientras el otro sigue en el baño moviendo mucho la mano y mirándolo de reojo. En un momento dado, Simón se gira y el otro se gira y le enseña ya directamente la verga a Simón. Una verga dura, en todo su esplendor. Simón tenía ganas de verle la verga a ese chico tan guapo pero nunca esperó vérsela tan gorda. Muy roja, ya apunto de reventar. Los dos están a 100 pero el chico lo mira a Simón serio, con mala cara. Los dos están bastante nerviosos, son bastante tímidos. Simón se lo queda mirando mientras el otro camina hacia uno de los wáters con la verga sacada por la cremallera todo gorda y señalando al techo. Simón no esperaba que después de este cuerpo delgado y tímido apareciera una gorda verga bien roja, sudada, con las venas bien marcadas… Necesita de alguien que la haga descargar. Todo un volcán apunto de erupcionar. Y Simón quiere saborear está erupción y lo hace. Ninguno de los dos habla. El chico entra en el wáter, con la puerta abierta. Simón hace lo que el otro espera de él. Lo sigue. Cierra la puerta y se arrodilla de él. Acaricia ese duro miembro, lo chupa. El otro se retuerce de placer. Se mueve los labios. Tenía muchas ganas que alguien le hiciera una buena mamada y Simón se lo hace. Mete esa verga hasta el fondo. Le gusta. Le gusta el chico, quería vérsela, tener algo con él. Disfruta con ese gordo miembro en su boca. Le encanta tragársela entera. Chuparla por los lados, la cabecita. Un buen chorro de leche calentita sale de esa verga. El chico da un puñetazo a la pared para ahogar el placer que siente. Además le gusta ver como su semen entra en la boca de Simón que se lo traga de golpe. Eso es un doble placer. Simón sigue de rodillas. Mientras traga la leche del guapo, éste se mete la verga por la cremallera. No se ha desabrochado los pantalones. Se sube la cremallera y se va. Simón está satisfecho por haber bebido la leche del guapo pero tiene ganas de hablar con él. Le ha comido la verga, conoce el sabor de su leche pero no ha escuchado su voz. No sabe como se llama. Tiene ganas de hablar con él, de preguntarle su nombre. No lo espera en el baño. Eso es algo que lo decepcionada.
--¿¿es que no quería nada más?
Este es de su edad, lo ve más tímido.
--¡este no se va a reír de él¡
El chico no está en la sala. Simón se queda triste. Una vez más lo han usado como objeto de placer.
--¿¿pero qué se creen que soy?¿una putita?¿¡una muñeca hinchable?¡
Se va a su casa triste. Ha disfrutado del chico, ha disfrutado algo con él pero lo que más quiere es tener un amigo. Con derecho a todo pero un amigo.


Llega a su casa. Se da una ducha. Está alterado. Le gusta lo que ha pasado pero no le gusta que no lo valore, que sólo quieran sexo con él.
--¿¿es que nadie me puede amar?
Piensa en su padre que lo odia, que sólo su abuela le da amor. Le gustaría encontrar un hombre que le diera el amor que le falta.
--A lo mejor es culpa mía. Por eso nadie me quiere.
Unas lágrimas deslizan por sus mejillas. Se sienta en la cama, una toalla cubre su desnudez. Se sienta en la cama. Agarra su guitarra, toca para relajarse.

Es el fin de semana y le da rabia no saber cómo localizarlo. Tiene ganas de verlo.
--¡me tiene que decir algo¡ ¡¡le he hecho una mamada, no me puede tratar como un desconocido¡
Pero piensa en Ramiro que se han acostado varias veces y no le hace caso. Tiene ganas de verlo, que pase algo antes de las vacaciones de navidad. Está apunto de irse al pueblo con su abuela y no quiere hacerlo sin haber aclarado las cosas con este guapo. Procura pensar lo menos posible en esa maravillosa trompa que se ha comida pero le excita demasiado. Sólo la música lo relaja.

Pasan varios días hasta que un día al llegar a la biblioteca el corazón de Simón brinca con fuerza. Reconoce la espalda de ese chico guapo. Les toca casi el uno al lado del otro, los separa un ordenador. El otro está concentrado en su ordenador y ni lo mira. Luego pasa bien deprisa por detrás de Simón para ir al lavabo. Simón va tras él. Quiere hablar con el chico. Se encierra en el wáter. Eso es algo que molesta a Simón porque lo oye haciendo pis.
--¿a caso está huyendo de mi?
Igual Simón se queda esperando. Quiere hablar con él. Y espera bastante.
--¿¿qué tanto hace?
Ya no lo oye hacer pis. Piensa incluso en tocar a la puerta.
--¡le he comido la verga¡ ¡¡hay confianza¡ --dice para sí.
El chico sale de repente, se va de prisa sin n i mirar a la cara a Simón. Simón se queda sorprendido. Todo es muy rápido y tampoco se atreve a decirle nada. Y es que ambos son tímidos, son tal para cual.