miércoles, 15 de junio de 2011

Capitulo 27






Simón está muy contento. Tiene una sonrisa de enamorado que no puede con ella.
--Ignacio, Ignacio.
No tiene un cuerpo espectacular como otros chicos con los que se ha acostado, es muy tímido pero Simón está muy ilusionado.
--¡el primero, he sido el primero¡
Eso lo tiene muy contento. Está esperándolo tal y como quedaron. Tiene ganas de pasear con él, de besarlo, de abrazarlo. De vivir un amor completo. Se siente solo. Pese a que se la ha pasado bien con Ignacio todo ese pueblo tiene aún el aroma de Thiago. Fue tan feliz con él. Y eso le preocupa:
--¿y luego qué?¿y si Ignacio no me quiero volver a ver?
Los dos son tímidos, han hablado de todo y de nada pero en ningún momento ninguno ha mencionado ningún dato del otro con el que poder localizarse. Simón le gustaría poder tener con Ignacio la relación afectiva-sexual que necesita.
--fui el primero, he sido especial para él. Seguro que Ignacio tiene más ganas que verme que yo a él.
Eso lo ilusiona, siente que el corazón se le va a salir de la garganta. Mira al reloj.
--Se atrasa… A lo mejor se perdió.
Pero eso es algo imposible.
--¿¿Quién se iba a perder en este pueblo?
Eso lo tiene intranquilo.
--Va a venir, no me va a dejar plantado después de vivir nuestra primera vez.
Y de repente le viene a mente Thiago.
--¿¿y si sólo quería lo mismo que él?
A Simón le duele la posibilidad que Ignacio lo haya usado, que lo diera igual uno que otro.
--¡no puede ser que me usara sólo para estrenarlo y me abandonara¡
Simón se estaba ilusionando con Ignacio y eso es algo que le duele.
--¡pues no se va a quedar aquí, este pueblo es demasiado chico¡ ¡¡no se me puede esconder, me va a tener que dar una explicación¡
Llega al único hotel del pueblo. Le da la descripción del chico.
--Se llama Ignacio.
--Si claro que lo recuerdo… No tenemos muchos huéspedes.
Simón está muy nervioso.
--Me lo podés llamar?
--Abandonó el pueblo.
Simón siente como si un puñal le atravesara el alma.
--¿¿cómo?¡¡no puede ser¡
--si, justo esta mañana.
Simón tiene el rostro desencajado por la rabia, la pena.
--¡no puede ser¡
No escucha más.
--¡Se fue justo después de acostarse conmigo¡ ¿¿cómo es posible?
Una vez más, Simón siente como si no valiera nada, como si nadie pudiera quererlo, como si sólo fue un cuerpo que sirve para dar placer a los chicos.
--¡me usó como su muñeco hinchable…¡
Golpea la pared con los puños. Se hace daño. Sus ojos se llenan de lágrimas. Va corriendo. Simón se choca con un carnicero que va cargando de carne cruda.
--¡mira lo que hiciste, nene, ¡¡con todo el trabajo que tengo¡





El carnicero lleva sus ropas manchadas de sangre, ahora también el rostro. Simón también está manchado de sangre. Llora... El carnicero es amable con él. Simón no está acostumbrado a que la gente sea amable con él y eso le gusta.
--Pibe, no te pongás así…
--¡es que soy un desastre¡
El carnicero se lo lleva a su tienda que tiene una vivienda para que se duche.
--perdona si soy brusco. Es que tengo mucho trabajo. Me llamo Aguirre.
--Yo soy Simón.
--Eres muy joven para estar triste, deberías estar con los amigos.
--No tengo amigos.
--Bueno, yo no tengo buen carácter pero si quieres tienes un amigo.
Aguirre está conmovido por la tristeza del chico y a Simón le gusta que sea amable con él. Se saca toda la ropa manchada de sangre. Se queda totalmente desnudo. Ve el impacto que causa en el carnicero verlo desnudo. Siente su deseo y eso le gusta.
--¿qué hago con mi ropa?
A Aguirre le gusta que el chico se mueva desnudo.
--No sé… ahora date una ducha. Yo te busco algo.
Aguirre disfruta viendo los genitales de Simón, su tierno culo.
--¡cómo está el pibe¡ --dice para sí.
Pero él mismo se lo reprocha:
--¡debe tener la edad de tu hijo¡ --dice para sí.
--¡¡voy a guardar la carne en la nevera¡ --dice Aguirre.
Simón no contesta está relajado en la ducha. Aguirre se excita imaginando como el agua cae sobre el cuerpo desnudo del chico. No se puede resistir. Se acerca sigilosamente. Le encanta ver el cuerpo de Simón todo mojado, el chico tocándose el pecho mientras el agua con el jabón desliza por su vientre, por sus genitales. Aguirre está cachondo. Por el espejo, Simón ve que lo espia. Le gusta que lo espie.
--¿Aguirre, estás ahí?
El hombre no sabe si hacer el disimulado o no. Entra como si nada.
--bueno, es mi tienda. No tiene porque sospechar nada.
Entra en el baño. Simón le sonríe. Ese chico tan guapo, que se le ofrece desnudo pero a la vez tímido pone muy cachondo a Aguirre.
--¿no te venís?
No es atractivo pero Simon siente su deseo, Simón necesita descargar, siente que el carnicero no se va a burlar de él… No le atrae sexualmente pero le apetece saber como la tiene un hombre mayor.
--¿cómo?
Simón es demasiado tímido y Aguirre no se esperaba una propuesta sexual por parte del chico.
--¡digo… también necesitas una ducha¡ ¡no quiero que pierdas el tiempo¡ --dice Simón nervioso por si ha sido descarado.
Simón no siente atracción por Aguirre, no le gusta verlo desnudo pero sí le hace gracia verle la verga, quería ver como la tiene. Le decepciona ver que es pequeñita. Más pequeña que la suya, de cinco centímetros pero bastante gordita. No le atrae pero vaya, tampoco le da asco. Le encanta esa punta, ese pellejo. Le gustaría morderlo. Mira descaradamente esa parte del hombre. Es algo que a Aguirre le sorprende, le gustaría ver deseo en el chico pero es demasiado joven y tampoco se quiere meter en un lío.
--Se puede saber qué miras…
No está enojado pero Simón siente que le está reclamando y se defiende:
--¡no estaba mirando¡
--me pareció…
--y a mi también… --dice algo nervioso.
--estás insinuando que te quería ver las bolas, ¡pero si eres un niño¡ --dice burlón.
--Lo siento… --dice Simón que cree que se ha pasado.
A Aguirre le gusta Simón pero podía ser su hijo y no se quiere meter en líos, sonríe pícaro. Simón está sintiendo el deseo del hombre, sabe que le gusta. Por eso no se quiere separar de él.